Apocalíptico, jamás integrado
Me pareció muy ilustrativa la lectura razonada de Umberto Eco en su trabajo Apocalípticos e integrados, por cuanto que toca las fibras más hondas de los enjundiosos cerebros detrás del proyecto multimedia denominado Resplandor teotihuacano. No quiero insistir en toda la joyería verbal desatada en estos días y meses en torno a tan moderno proyecto que intenta colocar a este pobre país a la altura de "losmejoresdelmundo", tal como sucede, por ejemplo, con el caso de las Villas Panamericanas de Guadalajara, otro proyecto firmado por la cursilería y la incapacidad arquitectónica y urbanística que, dicho sea de paso, no sólo es tapatía, sino patrimonio universal. O de la otra joya de la corona, como lo es la devastación arqueológica de la Isla de Mezcala, todos proyectos tratados ad nauseam en este blog.
Dice Eco cosas sabidas desde los años 60, pero que no han acabado de aterrizar convenientemente en México o en Jalisco (ahora veo que el Edomex nada tiene, siendo priísta, de diferente al Jalisco panista), o en donde suceda la siguiente ocurrencia pirotécnica de algún gobernador acompañado de autoridades autorizadas por sí mismas y sin recato.
En un "tramito" del libro, denominado Cahier de doléances, describe, sin mencionarlo por razones obvias de espacio tiempo entre 1965 y 2008-2009, el proyectazo de Resplandor teotihuacano.
"a) ... se dirigen a un público heterogéneo y se especifican según "medidas de gusto", evitando soluciones originales.
"b) en tal sentido, al difundir por todo el globo una "cultura" de tipo "homogéneo", destruyen las características culturales propias de cada grupo étnico.
"c) los máss media se dirigen a un público que no tiene conciencia de sí mismo como grupo social caracterizado; el público, pues, no puede manifestar exigencia ante la cultura de masas, sino que debe sufrir sus proposiciones sin saber que las soporta.
(...) f) Los mass media, inmersos en un circuito comercial, están sometidos a la "ley de la oferta y la demanda". Dan pues al público unicamente lo que desea o, peor aún, siguendo las leyes de una economía fundada en el consumo y sostenida por la acción persuasiva de la publicidad, sugieren al público lo que debe desear.
g) Incluso cuando difunden productos de cultura superior (como la cultura teotihuacana, digo yo), los difunden nivelados y "condensados" de forma que no provoquen ningún esfuerzo por parte del fruidor. El pensamiento es resumido en fórmulas, los productos del arte son antologizados y comunicados en pequeñas dosis." Las dosis de baño cultural para gringos (únicos turistas en la concepción peñanietista) con pequeñas cápsulas culturales muy monas.
Sin duda soy apocalíptico. Y en ello veo no sólo a Teotihuacán sino a muchas zonas arqueológicas del país y, por supuesto, a una zona arqueológica no reconocida como tal por el "arqueologicismo legaloide" (es mío el término), como lo es la Isla de Mezcala, devastada de toda evidencia interpretativa y de erradicación de datos para posibles interpretaciones históricas, sociales y culturales gracias a la falta de coherencia legal de la institución que debería defender el patrimonio pero que, en los hechos, está manejada a discreción según las conveniencias y no siempre con apego a las leyes.
En Teotihuacán como en Mezcala y en muchos otros sitios similares en México, se está siguiendo el criterio de la comercialización como pauta y única vía para "sacar divisas" o para, según algunos cursis desinformados que no faltan, poner al día y modernizar nuestro patrimonio para ofrecerlo al mundo. ¿Y las comunidades locales, y los ciudadanos sin voz? Nadie está para opinar en una sociedad sin participación.
Es posible que antes que la modernidad pueda llegar a Méxiquito, no vamos a tener nada para poder presumir de un pasado interesante. Bien visto, el ambiente urbano actual de Guadalajara, del estado de Jalisco en general, habiendo tenido una fuerza cultural relevante y una historia digna, e incluso genial o portadora de grandes propuestas plásticas o urbanas (vean por favor las calles de la ciudad de hace 70 u 80 años o más atrás), se ha podido definir actualmente con gran claridad: es una ciudad sin elegancia.
Si alguien encuentra algún rasgo de elegancia por ahí, favor de avisar a este apocalíptico poco integrado. Perdón, olvidaba que actualmente se construye la villa panamericana, bastión de la modernidad hilarante y, claro, de una elegancia sin par.
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