Ciudad cursi por excelencia
Hay un espíritu muy extraño en el ambiente de Guadalajara. Es un espíritu que quizás no compartan sus ciudadanos en general, pero en una ciudad cuyo gobierno está generalmente compuesto por personajes menores, sobre todo en los últimos quince años, no hay posibilidades de escapatoria: el espíritu de la cursilería. Y por los días que corren, con festejos navideños y toda una pléyade de sentimientos que mueven nuestra curiosidad y colocan a la ramplonería en primer término, no era para menos que surgieran, justo en diciembre, los monumentos más altos al espíritu de los políticos y gobernantes. Ahora me entero que Guadalajara es la ¡¡¡Ciudad Navideña de México por Excelencia!!! Lo anterior es com-ple-ta-men-te explicable. Nada más hay que ver cómo los centros de cultura, los departamentos de lo mismo, las plazas públicas y las galerías municipales han estimulado, por ejemplo, que no se pierdan las pastorelas, que la tradición navideña mexicana prolifere por doquier. Los grupos vecinales o