Seducción, ¿eterna?
El hecho de que seducir no sea otra cosa que atraer, engañar o conquistar el ánimo de alguien para lograr sus propios fines, sean éstos buenos o malos, no es, de suyo, algo "malo". Aprendemos en la vida muchas cosas que la ingenuidad primigenia, infantil, nos hacía creer que se trataba de algo no deseado, pero cuando uno es seducido, la experiencia es irrenunciable, incomparable. Seducir es una práctica no muy común, tal vez por compleja; seducir a las masas es, por mucho, aún más complejo que hacerlo con una mujer... aunque se da el caso, claro. Pero el efecto que logró por décadas el insigne y controvertido personaje cuyo solo nombre pone a temblar a muchos o provoca reacciones encontradas, es inusitado, aunque de seguro muy normal en el actual medio social mexicano: Antonio López de Santa Anna. Prometí, entregas atrás, comentar el trabajo de Enrique Serna sobre el personaje más controvertido de la historia mexicana, atinadamente titulado El seductor de la patria . Una n...