Una ciudad china


Las obras viales de López Mateos




En estos días se ha iniciado en Guadalajara un proceso de querer convertir el plomo en oro. O sea, de querer convertir una vialidad, sin duda importante en un viaducto... whatever it means. ¿Será ello posible cuando la vialidad vertebral de la ciudad no está preparada para ello? ¿Cuando no hay planes para organizar la movilidad de la ciudad como con urgencia se requiere?


Como siempre, la improvización es el signo de la administración de esta ciudad.


Se me ocurre una comparación: este intento de querer hacer un viaducto por decreto, improvisadamente, como una entelequia, retrata a la ciudad: los políticos alquimistas urbanos que convierten a Guadalajara en Utopía por decreto o que hacen de una aldea un centro mundial de importancia de la noche a la mañana, sin ninguna idea de lo que ello significa, sin niguna base técnica o legal no pueden llamarse de otra manera que ilusionistas.


Se puede observar cómo la avenida López Mateos se ha convertido en la única alternativa para salir al sur de la ciudad, sin descontar a la avenida Mariano Otero; sin embargo la primera se ha saturado debido a la enorme cantidad de fraccionamientos de dudosa legalidad en el sur, dentro del municipio de Tlajomulco. Ahí está el origen del problema. Ningún desarrollador o promotor inmobiliario fue sujeto de la reglamentación urbana: a ninguno se le exigió participar en las obras de infraestructura necesarias para poder hacer sus negocios porque todos estaban aislados, actuaban por su propio pie y sin rectoría. Es decir, que al parecer no había autoridades municipales ni estatales que pusieran límite a ese proceso egoista y antisocial de hacer la ciudad. O si las había, sólo estaban para recibir dádivas y mordidas para dejar hacer. Y eso sigue ocurriendo en todas partes de Jalisco, desde los municipios hasta el gobierno del estado. Los resultados están a la vista con toda claridad para quien quiera realmente verlos y además entenderlos.


La saturación de la López Mateos es debida a que no hay alternativas de movilidad: no hay transporte público eficiente (ni siquiera decente o mediano), ni existe el propósito de lograrlo. Todos entran a la ciudad por esa avenida, y entran cada día más debido al crecimiento poblacional de Tlajomulco. Crecimiento que por cierto es uno de los más horrendos y agresivos con el medio ambiente natural: vivienda de mala calidad, densidades inadmisibles, saturación con materiales e infraestructura de mala calidad y agresividad ecológica; además, es de sorprender la falta de respuesta de esas viviendas a las necesidades de los seres humanos puesto que son demasiado estrechas, no tienen privacidad, no son confortables climáticamente y... encima de todo, son feas y de pésimo diseño arquitectónico en su enorme mayoría. No puede dejar de mencionarse el deterioro ambiental de zonas de captación pluvial, destrucción de zonas agrícolas productivas, destrucción de zonas boscosas o reducción de éstas a estrechos jardines; inadecuado manejo de las aguas pluviales; impericia en el diseño de infraestrctura... y, sobre todo, una ausencia de diseño de paisaje. A la derecha, imagen de un "moderno" fraccionamiento en Tlajomulco.

¿Dónde estaban en eso las autoridades, las organizaciones sociales? No estaban, no hay. No existen. Al menos eso puede deducirse por los resultados.


Así que se decidió resolver el problema de esa vialidad los sábados y domingos. Claro, no en la semana, ya se están acostumbrando los ciudadanos al caos. Y como toda improvisación, no se soluciona nada: los peatones no importan, como siempre, pues ¿a quién le importa el problema de la circulación humana de a pie? Si alguien desea cruzar de uno a otro lado de la avenida, es mejor no hacerlo o si se hace es para jugarse la vida: no hay cruces peatonales y si los hay, sólo pueden cruzar los peatones saludables o sin problemas de movimiento; prohibido hacerlo en silla de ruedas, con una carriola de bebé o con alguna maleta de llantitas.

Esta disposición no tiene nombre. Es una respuesta improvisada a un problema grave de movilidad y de esa manera nada se resuelve. Lo que sigue es que se pongan vallas enormes para evitar que la gente cruce y que nadie salga de su carril sino hasta el final del viaducto, tan surrealista como las autoridades que tenemos.


Por eso aplaudimos y apoyamos desde aquí las iniciativas sociales que se están llevando a cabo para contrarrestar esta acción sin nombre para resolver un problema que se resuelve de otra manera: con sensatez, inteligencia y participación. Pero de eso parece que no se da en Guadalajara mucho, al menos eso es lo que se puede ver y sentir.

Por eso es que creemos que la Perla de Occidente se está plagando de soluciones baratas, soluciones como toda esa chatarra producida en China y que gracias al presidente del cambio se incrementó su importación en 600 %. Parece que la chatarra china es la nueva cultura urbana... ¡una ciudad hecha en China!

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