La Villa y la Plaza: ¿tradición local?


Una tradición tapatía: el centro abandonado a su suerte.
Imagen de un monumento irrepetible abandonado por sus dueños y por la autoridad municipal.

Al parecer existen algunas dudas respecto a los efectos que podremos tener con la tan llevada y traida Villa Panamericana. Pero las dudas vienen no se sabe de dónde: ¿consejeros como por ejemplo desarrolladores, inversionistas, promotores, constructores, arquitectos, comerciantes? Ellos no tienen de seguro, no tendrán jamás, dudas respecto a la necesidad de desarrollar espacios comerciales de lujo (el lujo tapatío: con productos hechos en china, baratijas, comida chatarra generalmente de franquicias... ), vivienda para familias de recursos suficientes como para no invertir en la zona del Parque Morelos; edificios altos lo suficiente como para dar la impresión de algo vertical pero como siempre, mediocre, mediano, malito... en fin, de lograr generar en los alrededores las transformaciones suficientes como para que cualquiera con un mínimo de cultura urbana, visitante potencial de esta ciudad, decida mejor irse a Teuchitlán o a Puerto Vallarta diciéndose "realmente no vale la pena".
La Calle Angulo: pontecial patrimonial abandonado a su suerte y al deterioro comercial.

Y es que no sabemos aprovechar nuestras tradiciones, nuestra arquitectura propia (perdón por la redundancia), nuestra comida auténtica (¿cómo pensar que grasosa comida de La Chata es una tradición tapatía?), nuestro clima... nada sabemos aprovechar porque lo que queremos es imitar, hacerlo a la manera de, en imitación de. Incluso, sería muy interesante que se hicieran cosas tan, pero tan malas como para que hicieran posible el milagro de atraer visitantes interesados en conocer lo real-men-te malo. Pero ni siquiera en eso somos buenos: ni somos tan malos como para ello.

Imágenes del "desarrollo": abandono del centro (izquierda) y atención esmerada (como la de Dart Wader) en el resto de la ciudad.

Creo que nadie puede apostarle a la repetición de las malas experiencias y una de ellas lo fue en su tiempo, a no dudar, la Plaza Tapatía. La Villa Panamericana se le parece por dos cosas: el misterio que rodea al proyecto y el evidente daño al tejido urbano de la ciudad histórica. Creo que de ello habrá que convencer a la gente que quiere tomar las desiciones más graves en muchas décadas para esta pobre y vapuleada ciudad. De otra manera, va a ser más fácil que la historia los juzgue como hoy juzgamos a Flavio Romero de Velasco, al Jolopo, a Salinas, a Posadas, por los daños infringidos al patrimonio cultural de la ciudad.
Pero bueno, es tan sólo una opinión y creo que no es para tanto. Lo que sí es para mucho es la destrucción en puertas: otra más sumada a la larga historia de desencuentros con el patrimonio de Guadalajara. Una característica fundamental del organismo urbano es su calidad irrepetible, de irreparable cuando se pierde algo de ella.

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