Con disculpas activas

Primera queja-ja-ja

El blog estuvo a la espera de cualquier desenlace fatal por la delicada salud del blogista, bloguero o whatever. Una enfermedad de las vías respiratorias me tumbó y, además, me puso afónico hasta prácticamente el día de hoy en que medio recupero mi voz. El blog siempre será la mejor forma de comunicarse cuando se carece de voz, como a mi me pasó. Pero como el pretexto es pretexto, les mando el texto de la breve crónica (crónica, o ensayo como lo llamaban antes y como se le guste llamar hoy), de lo que ocurre en la ciudad y por lo tanto sugiero que veamos con estupor los acontecimientos.

Segunda queja-jijiji.
Apoteosis en la Coronilla
Primer lugar lo tiene la presencia de Carlos Monsiváis en la callejuela Coronilla, o andador Coronilla como les gusta llamarlo (¿De dónde viene eso de "me tienen hasta la coronilla"?). Al parecer convencido de no estarlo del todo, el ayuntamiento mandó su séquito a apoyar el acto, con montaje de foro y sonido. Algunos funcionarios y, por supuesto, los que presidían la mesa y que estuvieron alrededor del homenajeado (Chucho Reyes Ferreira) y al del honomástico inmediato (casi nadie sabía que Monsi cumpliría años redondos el 4 de mayo). Pretexto, cualquiera; pero en este caso la inauguración de lo que se llama, algo pomposamente, el museo de la marioneta. La verdad es que no pudo ser en el piso alto de la casa en la que vivió la familia de Chucho Reyes, y en la misma casa en que nació Vicente Leñero (a quien nadie nombró como sí se hizo a los Servín y a la casa de la triste María Félix), porque el numeroso público hubiera causado un terrible desgracia, quizás. Pero el lugar es excelente, la casa extraordinaria, genial sitio un tanto abandonado, un poco maltratado por los años, pero sigue siendo un sitio espléndido. A pesar de su casi imposible lectura arquitectónica como una unidad de buena factura arquitectónica, el inmueble sigue dando de sí, sigue ofreciendo su espacio de enorme calidad. A ver hasta cuándo nos dura. Al paso que van las cosas por ahí por Coronilla, con la destrucción de la casa de María Félix y con las alteraciones que permite el ayuntamiento sin autoridad en nada, lo más probable es que pronto tengamos una carnicería o, lo que es peor, un estacionamiento.

En el foro, en lo alto, Carlos Monsiváis, Chucho Reyes Ferreira... perdón, no, Paco de la Peña, Javier Arévalo, Juan José Doñán y Toño Camacho hicieron parte de la rueda que habló sobre el maestro Chucho Reyes Ferreira, gran consultor de imagen de Luis Barragán y de muchos más. Se contaron anécdotas, se dijeron cosas sobre el sitio, y por fin se hizo el homenaje al espacio inaugural, no sin antes dejar claro que el museo de la marinoneta ahí estaba. En realidad se lamenta uno mucho que no hubiera las esculturas que alguna vez se propusieron ahí por Paco Barreda, pero no todo es posible. Lo que sí es que el daño hecho a la casa de María Félix es un hecho lamentabilísimo como se pudo observar, con la complasencia de algunos funcionarios o sin ella, que, después de todo, "es lo mismo pero es igual"(sic).

Varios cumpleañeros estaban juntos, porque el de Arévalo había sido en día anterior y próximo estaba el de Monsi. Y con esa gente ahí reunida, el telón de fondo es la casa de las uñas, la casa de moda y de lo chic que es la hoy alterada casa donde vivió María Félix y que se ha destruido y alterado para el placer turístico de la perla de Occidente y atrofia de las autoridades, ¿qué le vamos a hacer? Estupor el nuestro, decía, porque se pueden seguir afectando los monumentos como si nada. Y eso que hay una placa que notifica lo que hay ahí.
Tercera queja-jojojo
Esta viene porque la batería de mi cámara se murió y bueno, no hubo para dónde hacerse que no fuera la reseña de lo ocurrido brevemente y la desgracia de no mostrar aquí, para ustedes, el interior de la casa de Ramón Corona. Se las debo como los capítulos del análisis del maravilloso santuario de los mártires de cristo rey ajúa. Las fotos de noche son malitas en el celular, no tengo pretexto por lo malas, pésimas que son.

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