De los sentidos proyectados

O cómo triste está la ciudá

Como parte del concepto arquitectónico que proyectan las imágenes conocidas del santuario de los mártires (así con minúsculas, perdónenme), y que en entregas anteriores hemos mostrado por acá, es interesante revisar los aspectos eminentemente creativos que pudieran estar presentes en lo que se conoce hasta ahora. La arquitectura tapatía, jalisciense o regional, luego de haber producido interesantes obras y arquitectos creativos, hoy en día no muestra signos vitales por ningún lado. Las razones las intuyo, pero no las vamos a abordar ahora. Y por ningún lado aparecen proyectos o propuestas, ni siquiera balbuceos de la arquitectura actual, moderna o del nuevo siglo a la vista: todo lo que se ve no es sino copia y simulacro, simulación; se está hablando del crecimiento vertical luego de una larga bacanal de crecimiento horizontal ad nauseam, de una suburbización exagerada y perversa. Y ahora vemos las torres españolas (de capitales e inversionistas, claro), que como hongos crecen en algunas zonas de la capital de Jalisco pero en ninguna de ellas se advierte un proceso de creación, alguna muestra de reflexión plástica, creativa, estética. Todo se limita a aplicar lo que los clientes (inducidos la mayoría, no ilustrados pero sí ricos) piden a gritos. Y lo piden caro, porque se cree que lo caro es lo mejor: el diseño ya no responde a la calidad, sino a su costo. Un depa mediano en uno de esos nuevos bunkers contra la pobreza generalizada del medio cuesta más, mucho más, que un depa decente en una zona no bunkerizada, rodeada de servicios y en una ciudad de verdad, o sea, con vecinos, con transporte colectivo, con servicios especializados, con vida urbana diurna y nocturna como por ejemplo Montpellier, en Francia. La diferencia es que aquí se hace creer que en este medio africanizado gracias a nuestros políticos, es más caro mantener la seguridad que es hija de la desigualdad y el abuso. Nada más hay que ver un poco los materiales que usan para la construcción o el diseño tan rígido o, en su opuesto, tan estrafalario, para comprobar que seguimos en pleno subdesarrollo arquitectónico... en balde transcurre el tiempo, si es que a alguno le interesaba algún cambio.

Pero hablábamos de arquitectura, de urbanismo, de la forma en que está creciendo Guadalajara y su zona conurbada. Nada nos inclina a pensar que haya un solo ejemplo de arquitectura contemporánea que valga algo, y desde aquí invito a mis colegas a que me digan qué proyecto, como el Santuario de marras, por ejemplo, o las torres ridículas cualquiera de ellas, qué proyecto pueda ser visto como digno de ser tomado como ejemplo o como referencia o como por lo menos algo interesante, en el campo de la producción de arquitectura contemporánea en la ciudad. Los ejemplos nacionales sí los hay, o por lo menos sí se ven propuestas... ¿dónde quedó la otrora promisoria tierra de Jalisco? Se agradecerán informes de su paradero. En realidad en promesa se quedó. Miro por ejemplo esa avenida horrorosa llamada Alcalde y no puedo sino llorar de vergüenza. Se demolió lo valioso, lo que realmente tenía maestría, corazón, oficio y cariño para sustituirlo por la mierda que tenemos hoy. Esta es una foto de ayer, fresquecita para ustedes. Lo único decente es el edifico que por suerte escapó a las garras de Díaz Morales y compañía, en la esquina de Angulo, que es la acera no demolida totalmente, como sí lo fue la de la derecha. Bello, ¿no?

Eternamente, La Mutua
Las noches de La Mutua siguen siendo de órdago. O como quien dice, el sitio sigue tan vivo como antes a pesar de toda la mojigatería municipal en boga. Las bebidas siguen siendo menores pero no hay pierde, porque las chelas, como siempre, siguen ahí y las bebidas auténticas (no adulteradas o pasadas por la magia desagradable de algún cantinero), aún se expenden con normalidad. Nada como la música en vivo, me dijo un parroquiano con quien charlaba furtivamente; sí, es verdad, pero no podemos prescindir de la rockola en la que Arturo Suárez coló el mejor jazz que puede encontrarse en todo el valle de Atemajac. Aniversario de la Mutua el número 68 que creo tiene buenos pretextos para aparecerse por ahí más aún el próximo año, porque sin duda el 69 suele ser mucho más imaginativo y placentero. Nada tengo que reclamar a La Mutua, pero sí de pronto se advierte poca atención personal y ya cualquiera puede estar en el ambiente a pesar de sus actitudes. Pecata minuta. El personal femenino sigue haciendo de las suyas como motor de múltiples sueños, de muchas tentativas y tentaciones, de encuentros furtivos, de charlas íntimas y de cosas que no siempre puede uno imaginar, más cuando hay visiones en la barra que le quitan a uno el sueño.

Pero vamos dejando que el mundo ruede, nosotros seguimos con los deseos prendidos, sea de noche, sea de día.