In gold we trust

Uno

Justo ahora que estamos viendo el tema de la reforma petrolera en pleno apogeo, y el petróleo está llegando a precios nunca antes vistos, como el oro, resulta realmente absurdo que nos digan que es necesario reformar y darle a Pemex una condición inaceptable: ¡así que ahora que el negocio es bueno, tenemos que venderlo o rentarlo! No me cabe ninguna duda en mi sospecha: lo que quieren es hacer negocio privado, es decir, privatizar las ganancias y socializar las pérdidas. A mi me queda tan claro como el agua cuando observo los indicadores de producción, explotación, investigación y prospectiva, análisis de las reservas actuales, probadas y probables; exportación e importación; México no está nada mal en ese tema.
¿Otro Fobaproa, otro rescate carretero, otro rescate bancario, otra venta de compañías aéreas a menos de la mitad del precio que TODOS pagamos por ellas? Hay ejemplos claros que ilustran lo que se pretende hacer con la reforma. Uno de ellos es aquel de un dueño de un gran edificio del que obtiene grandes rentas; pero el edificio está mal adminstrado, y para acabarla de amolar, se perdieron las llaves y ahora el propietario va con un cerrajero y le pide que le abra la puerta y haga nuevas llaves, pero el cerrajero le dice que necesita nuevas tecnologías de cerrajería, que esas tecnologías son caras pero que si él le entrega el edificio para explotarlo y cobrar él las rentas, con mucho gusto le hace el favor de abrirlo. A cambio de ello, también deberá permitirle cobrar las rentas y por supuesto, el edificio cambiará hasta de nombre. Pero, de todos modos, sigue siendo del dueño quejoso que no tiene las llaves. ¡Vaya! Excelente negocio, ¿no? No sé de quién es ese buen ejemplo, pero la escuché por radio.


Dos
La ciudad parece irse definiendo como uno de los más inhóspitos lugares para vivir. Paradójicamente la ciudad se creó para lo contrario: era el lugar en donde gregariamente el hombre podía pertrecharse, protegerse colectivamente de las amenazas y forjarse un mejor presente; en donde era posible aprovechar mejor el trabajo y el ocio; donde cristalizaba la condición natural del homo faber, del homo politicon, en donde se pensaba y discutía. Sin embargo, hoy en día la situación de las ciudades mexicanas es terriblemente contrario en su mayoría. Saturadas, extendidas territorialmente en exceso, las ciudades que durante siglos tuvieron como característica central el confort social, hoy son lo contrario. No abogo por la vuelta a la aldea; tampoco abogo por regresar a las cavernas, pero sin duda lo que veo no permite pensar en que sea la ciudad el mejor espacio para vivir, al menos no las ciudades de Jalisco.
En La Barca, Jalisco, sin control ni administración municipal sensible a lo que la población alguna vez fue, se va todos los días destruyendo y convirtiéndola en una fea población sin que haya una actitud de atender a las leyes de urbanismo o planeación, sin respeto a los ciudadanos, pero éso sí, con mucho amor por el dinero, the gold, el negocio y lo demás al carajo. Se demolió parcialmente una finca antigua, de esas grandes casonas del siglo XIX para construir una mamarrachada ridícula, un esperpento absurdo de panel dobleú, vidrios y materiales semejantes a la mierda industrial vigente, en donde ahora se aloja una maravillosa tienda de ropa de aquellas verdaderamente chafas por antonomasia, de gusto por las telas más plásticas y los cortes más incómodos a precios bajos, la maravillosa tienda Milano. Felicidades barquenses, no saben la envidia que nos da.



Tres
¿Y la Villa Panamericana? Qué fin tendrá este proyecto absurdo de la administración municipal de la ranchera segunda ciudad de México, ¿o tercera?
Parece que no hay futuro para los habitantes de una ciudad que cada día se convierte en una olla de excrementos gracias al abandono y falta de capacidad de los funcinarios públicos encargados más de ver cómo se hacen negocios jugosos que en levantar a la ciudad ante retos u oportunidades para lograr mejorarla. Parece que están pavimentando calles, parchando todo pero las banquetas no. Es que siempre es preferible beneficiar a los autos que a los peatones, no hay duda en la lógica petersiana. ¿No encontrarán iluminación al menos cuando va a misa?
Puf!

Pronto vermos caer edificios en ruinas: las lluvias ya están aquí y hay un número respetable de antiguos edificios en condiciones lamentables de abandono en el centro de la ciudad. Los drenajes tapados no son una leyenda urbana, han logrado que muchos monumentos históricos de la ciudad se remojen y vengan abajo y más en esta administración que no tiene sensiblidad para el patrimonio ni para el paisaje urbano. Estamos fritos, pero no por el calor infame, sino por la actitud negligente de tantos que no deberían serlo por obligación. Ni modo, habrá que reirse al final... ¿al final?

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