Entre rosas y dinero

Me decía un amigo que no veo salvación en los hechos, o sea, que cree que nada me parece bien de lo que comento aquí, sobre todo en relación con los proyectos, con la arquitectura local moderna y lo decía en relación al blog anterior. Pero poco tardó en decirlo y ándale, ahí está el túnel de Las Rosas y López Mateos.
Ese túnel hecho en la época paquista (el que carece de frente), se resolvió mal desde el inicio. Era nada menos que una acelerada obra para salir bien del exgober, el de Gobernación del gobierno por el que no votó sino un tercio de la población del país. Desde luego que poco podemos comentar del autor del proyectazo, pero sin duda, como suele ocurrir, él no tuvo nada que ver en el caso. Así son las cosas, nada más nosotros los mortales que nos atrevemos a decir que las cosas no están bien nada más por joder.
Pero no puede llamarse sorprendido nadie ante este tipo de obras de mala calidad pues el principio es elemental: el gobierno que tenemos ha demostrado no ser sensible ante la gente y menos a los asuntos públicos. En la medida que los asuntos sean negocios privados, el gobierno le entra. No se piense que somos pesimistas, pero esa es la realidad y aunque lo es así de triste, en verdad no veo por qué no podamos reirnos y aplicar todo el rigor del humor ante todo esto.

El eje neurálgico de López Mateos, ése llamado "viaducto" de la ciudad, ese eje único por donde debe pasar todo aquel mortal que viaje al sur de la ciudad porque no hay otra alternativa; esa avenida que se pensó bien en su tiempo pero que hoy ni siquiera se piensa qué hacer para resolver sus problemas. En fin, esa única salida urbana está taponada y sólo hay que esperar un poco para poder ver cómo se colapsa la movilidad en toda la zona sur que carece de alternativas de salida porque se permitió a los urbanizadores especular con los cotos mediocres del sur y pues ahí está lo que tenemos ¿Alguien se imagina qué piensan hacer nuestras autoridades que recogen puntualmente nuestros impuestos para resolverlo? Atinó usted. Nada. ¿A quién, en realidad, le importa?

Estuve en el defectuoso, ciudad gruesa, acelerada, confusa, compleja y complicada. Estancia que me permitió poco porque no salí de Coyoacán y Churubusco, pero en donde se encuentra un mundo de cosas que hacer y actividades inesperadas tanto como agradables. Dejando de lado el incremento de precios (gracias Felipe y Agustín), la vieja tradición coyoacanense es invaluable. La gente no sale mucho porque dicen que las cosas están caras y complejas en lo de la seguridad. Es verdad. Pero el mercadito a espaldas del templo del convento de San Francisco, antes dominico, a una cuadra de La Conchita, es un sitio para la comida local de buena factura. El pozole es bueno (me dicen, no lo probé) y las quesadillas de huitlacoche son geniales excepto por una razón (para mí suficiente) que son fritas. Pero bueno, me dí licencia para ingerir un par de ellas que me transportaron al pasado sobre todo por los recuerdos de la colonia Iztaccíhuatl, con las quesadillas que a uno se le antoje. Los efectos no fueron tan nocivos, pero fue sin duda una buena licencia dada para mi gusto. Y enseguida no podía faltar la asistencia a La Guadalupana, cantina treintera de ¡primera categoría!

Y luego fue la salida a Querétaro. Salir por el Eje 3 y luego por el límite de la macrociudad, justo donde no se construye nada, donde se corta abruptamente la ciudad: ¿cómo le hacen para parar esos excesos en el defectuoso y zona conurbada? Favor de decirles cómo a los jalisquillos, por fa.
Lluvia y a la izquierda los tugurios y barrios pobres, lo slums. A la derecha la naturaleza intacta del vaso de Texcoco, campo y natura nada más. Extraño. La recompensa fue salir pronto, pero la mejor de todas las recompensas, llegar a Santiago de Querétaro, esa bella ciudad que ha explotado su crecimiento pero que, por fortuna no tuvo la suerte de tener a un retrógrada como Ignacio Díaz Morales para partirle el queso, como se dice. La ciudad, hoy patrimonio de la humanidad por UNESCO, se salvó de ser convertida en una modernidad deleznable como lo es GDL, gracias a su lento desarrollo por años sumido en esa triste relaidad provinciana del subdesarrollo.
Presento la evidencia de la ciudad de noche y luego los detalles diurnos para solaz de los amigos. Sobran palabras.

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