Días de ciudad

Estando en forma obligada en este valle de poco petatiux y mucho jaleciux, es posible abordar los temas más obscuros de la forma de hacer las cosas. Pero no sin esfuerzo, no sin un dejo de orgullo tapatío que nos podría poner a pensar en dos cosas: que el amor-odio que obliga la ciudad a desarrollar en sus habitantes no es poca cosa. Y que, por fin, las más rutinarias actividades no dejan de producir sorpresa y azoro en los ojos de cualquiera que simplemente pone la realidad en orden, por lo menos mentalmente.
El autobus alimentado con diesel que pronto correrá por esta ciudad (esperemos que algún día lo haga, por lo menos por la Calzada Independencia donde ahora se trabaja), seguramente no contaminará como lo hacen los de su género alimentados por diesel. Como se sabe, la contaminación no es el talón de Aquiles de esta leal ciudad. Lo interesante es dejar desde ahora nuestras dudas respecto a la planeación del citado metrobus tapatío: cruzar la Calzada Independencia para abordar los mentados buses, ¿no será un deporte de alto riesgo que pronto será practicado por los tapatíos?
Y es que al parecer no habrá puentes peatonales para los sufridos viandantes usuarios del transporte "público" de la perla tapatía, al menos no se ve que eso vaya a ocurrir en tanto que no se advierte planeación al respecto, es decir, no hay infraestructura que permita suponer su futura existencia planeada. Sin embargo en nuestra infinita ignorancia de las acciones urbanas que los grandes planificadores de esta ciudad le prescriben, es posible que se proyecten puentes virtuales ya que la palabra está de moda en una visión preclara de la modernidad tan moderna que nos toca vivir en estas latitudes.

Y como la modernidad manda, no era de esperarse que el discurso cato llegara a estas alturas con un lenguaje moderno (pero ya no tanto, pues es de los años sesenta del pasado siglo): proliferando por toda la zona metropolitana, los "espectaculares" dan ahora otra visión del mundo, ahora en el ámbito religioso. Ignoramos si tal proliferación de anuncios sobre Jesús, al paraecer campaña de adopción de acólitos, sea pagada por las limosnas o por los propios anunciantes en busca de la salvación de su alma o, como ya es costumbre de nuestros gobernantes, son anuncios pagados por nuestros impuestos. Mientras tanto, bienvenidos a la modernidad trasnochada que deben tener los barrios unidos en Chuy.

Sigo debiendo la traducción, que me pareció excelente, aunque compleja como es el texto original, de Finnengan's wake de Joyce, traducido recientemente y aparecido en La Jornada... prometo buscar bien!

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