Despidos, cinismo y otras notas


Justicia mexicana.
¿Acaso podemos ponernos en manos de la justicia mexicana confiando en el triunfo de la verdad y la ética? Yo creo que no. Miren nada más al señor García Luna, jefe de la Policía nacional y perseguidor de los criminales metido en mentiras, chapuzas y corrupción como si nada... construye casas que ni en sueños podría lograr tener con su sueldo, por demás altísimo, y arremete contra periodistas con total anuencia de Calderón. No acabo de entender la razón por la que dichos personajes siquiera se mantienen con tanto desperstigio en sus puestos, al menos no lo entiendo en el sentido de la ética, pero sí lo entiendo en el gobierno de Calderón, presidente sospechoso de este país. No va a pasar nada, pero creo que sienten pasos en la azotea los señores dueños de México por un mandato robado y nunca bien obtenido. 
Por ejemplo, me avergüenza ante el mundo y ante mi país que Luis Echeverría haya salido ileso de su complicidad con la matanza de Tlatelolco (de la que me libré por un pelito) y encima de eso nos rasguemos vestiduras cuando piden que en el caso de madame Cazzés sea llevada a Francia a cumplir su condena: ¡claro que los franceses estarán dudando de nuestra afamada justicia! ¿Cómo no van a estarlo, si todos lo dudamos? Para ilustrarlo hay que ver a Mario Marín, aún gobernador de Puebla a pesar de todas las tranzas y acciones injustas que se saben y pudieron comprobarse de él...; el caso de Ulises Ruiz, gobernador de Oaxaca, otra joya del sistema; el caso de tantas cosas cuya lista prefiero ahorrarme pero pónganla ustedes en su memoria.

La justicia sí se está alcanzando en otras latitudes incluso no tan lejanas de nosotros como en Estados Unidos ahora con un nuevo presidente. Lo observa el reciente artículo Michael Moore en donde nos habla de justicia y de rechazo a aquella visión neoliberal tan festejada por algunos (incluso sedicentes de izquierda conocidos) y que ya hizo agua. Me llegan aires frescos del norte y apenas puedo creerlo. El problema es que viendo las cosas así, me pregunto hasta qué punto los cambios de México hacia la justicia social pudieran venir de ese país al que, como changuitos, imitamos muchas veces estérilmente los mexicanos.

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