Pobreza de imaginación II

Confieso que me tomó por asalto el terror a los acontecimientos. La vida nacional llena de escándalos, de desesperanzas... y luego no sólo pensar que eso ocurre en los periódicos, en las noticias de la radio, sino sentirlo en carne propia, vivirlo, ya no es algo ajeno, lejano. Tal vez por eso, le llamo pobreza de imaginación: nada nos lleva a tener algún aliciente, algún estímulo no ya que nos haga sentir bien, sino al menos que nos permita vivir sin temor.
En términos psicoanalíticos este blog estaría entonces confinado en el desaliento y la depresión. Toda una maravillosa conclusión que no por ello lo aisla en medio de un mundo de esperanzas, claro. Pero aún hay un ápice de resistencia a caer en el vacío.

De pronto, las noticias mundiales también se unieron al complot a la esperanza. Las nacionales, ni decirlo: ¿para qué recordar la guardería de Hermosillo, la labor corrupta muchos de los legisladores, la impunidad de los funcionarios públicos, la violación a los usos del suelo de Zapopan..., como dice el Gato, "¡ya chole, compita!"
Pero no paran ahí las cosas, los cineastas también se unen al compló: las películas que veo también ilustran el desastre de ánimos: una rara película que casi raya en lo underground, con el tema de los mojados y la realidad que viven "delotrolado" contribuye a ver el mundo de otro color. La película se llama Los Bastardos, dirigida por MM, y no para de restregarnos en el rostro lo fallido que hemos sido y los incapaces gobernantes que hemos padecido, como si así contribuyamos a ser lo que somos. Y más aún, otro filme, (¡el cine, ah, el cine!) de Rodrigo Plá que se llama La Zona, que ilustra con claridad meridiana cómo se construye un país fallido: a base de cotos urbanos, de cotos de poder, de segregación social, de injusticia y para terminar, por si fuera poco, nos enfrenta a un futuro poco optimista de recuperación. ¿Cómo levantarse de ese paisaje urbano de segregación, de inoperancia, de destrozo del medio ambiente, de disfunción urbana completa? Tarea que parece realmente algo no sólo impensable, sino imposible al imaginar que en el futuro cercano las cosas cambiaran (para bien, claro) y la recuperación de las heridas se intentara. ¿Quién hará la labor titánica de recomponer el tejido urbano, y social, para hacerlo más amable, menos injusto? Seguramente titanes, porque los humanos no parecen poder emprender una tarea tan enorme. Imaginemos recuperar el río Santiago y volverlo río, río verdaderamente... no sé, pero tal vez sólo un par de miles de años pueda borrar tanta mierda, y no la humana, sino la industrial. ¿Habrá una sociedad mexicana en el futuro que pueda levantar ese desastre? Parece imposible.

Si se tratara de algo natural quizás debiéramos aceptarlo. Sin embargo me niego a creer que esta situación nacional de puesta en venta, de entrega, es algo así como una expresión de abandono de toda esperanza. Los gringos entran en territorio nacional sin visa y sin nada, ni pasaporte parecen necesitar. Mientras que nosotros, para ir a USA, necesitamos todo, explicar todo, demostrar todo y aún así no hay seguridad que podamos obtener una visa aunque paguemos por ella. ¿Dónde está la reciprocidad diplomática? La política nacional es menos nacional de lo que imaginamos porque se baja los calzones apuntando al norte, sin pena.

Luego vienen las obras inmediatas, las violaciones cercanas, las irregularidades observables en corto: las obras que se realizan en el centro de Guadalajara parecen hechas por amateurs, o sea, por improvisados en la obra pública; son insultantes porque pretenden hacernos creer a los ciudadanos de a pie, que se trabaja, pero cuando se trabaja mal, en realidad se nos está engañando, nos timan. Dos veces pavimentar una calle porque se hizo por adelantado, con niveles más altos a las banquetas. Parchar las calles con una mezcla de quién sabe qué rayos de materiales (no asfalto, según yo), que desaparecieron en horas por la lluvia y dejaron manchadas las banquetas nuevas.
Zapopan, municipio número uno en corrupción. No me extraña: el uso del suelo de mi colonia no es de servicios ni mixto y no obstante funciona una terraza de fiestas con venta de bebidas alcohólicas y música en vivo. Ni a través del ITEI, ni quejas constantes, ni nada, impiden que esa irregularidad se lleve a cabo con completa impunidad. Las respuestas son infantiles. La impunidad y la ilegalidad es el modus operandi de Sánchez Aldana, pero también de todos los anteriores desde 2001: ninguno se salva de la gran corrupción. Esperen mi voto.

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