Tocando el fondo
Con la decisión de callar a la periodista Carmen Aristegui de su programa de MVS radio, quien quiera que sea que operó para que saliera del aire Aristegui, cometió un grave error. Carmen sólo preguntó si era cierto o no, que el presidente de México tiene serios problemas de alcoholismo, que la oficina de la presidencia aclarara lo que está en el interés de todos y cada uno de los mexicanos saber: si es aficionado o dependiente del alcohol y la sociedad mexicana pudiera saber si quien toma las decisiones más altas tiene, o no, problemas de alcoholismo.
El tema podría pasar inadvertido si no fuera porque se trató de callar la voz de Aristegui y con ella de todos quienes nos preguntamos si en realidad el señor Calderón no es un alcohólico, pregunta que surge sobre todo porque la forma en la que conduce tal señor al país es a todas luces un fracaso, un desconcierto de garrotazos y un manejo corrupto de la política y rumbo de un país. México no merece este tipo de personajes que son un verdadero peligro.
Silencio o muerte. "Copelas o cuel-lo". Es complejo que se pueda aceptar que sea este el principio usado por quienes conducen al país, de los políticos mexicanos: callar la opinión. No demuestra esta respuesta del gobierno de Calderón otra cosa que el estado de cosas en que se mueve. No hace sino corroborar lo que todos creemos y ahora, aunque salgan a desmentir, nadie podrá dudar del problema de alcoholismo, ni dar crédito a esa postura tardía y torpe.
Carmen ha declarado en su derecho y en su oportunidad de los graves hechos que significan que al vetarla a ella, nos vetan a todos los mexicanos por obtener no sólo la información sino además la visión crítica de un poder autoritario, o democrático, si éste fuera el caso.
La respuesta seria y formal de la presidencia de la república: represión. Esa respuesta es muy clara porque confiesa la verdad oculta tras los actos represivos y tratar de callar a Carmen Aristegui resulta ser tan contraproducente como finalmente ha resultado ser.
Dejémonos de conceder lo que no pueden tener los ridículos políticos. ¡Que regrese Carmen al aire! ¡Ya!
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