Lo local es universal


Temacapulín, pueblo del municipio de Cañadas de Obregón, en Jalisco, está inscrito, grabado profundamente en la memoria de sus habitantes, de sus muertos. Forma parte indisoluble de la historia de la resistencia y la defensa del territorio, de una que reza "mi territorio es mi identidad, mi vida está escrita en ese espacio y en ese tiempo concentrado en la ciudad".

Temacapulín, Temaca, como les gusta decir a sus hijos y a sus vecinos, está amenazado por el desarrollo desarticulado de nuestro país, lleno de golpes de ciego aquí y más allá, de esos golpes que suelen dar los estados fallidos como el que hoy desgraciadamente vive México. La amenaza se llama la Presa El Zapotillo que embalsará el agua del Río Verde y que al contenerlo, inundará a Temaca junto con otros dos poblados pequeños, Acasico y Palmarejo.

Pero entre sus enemigos verdaderos no sólo está la presa mencionada, sino además una gran cantidad de acciones e inacciones de gobierno, de arreglos sospechosos, bajo el agua y no precisamente de la presa, de omisiones y de venialidades y absurdos que en otro momento de la historia reciente del país no eran concebibles o al menos no con el cinismo que hoy define a la administración pública federal encabezada por un presidente de la república poco claro y atenazado por los intereses de quienes lo pusieron con triquiñuelas en el puesto, en una elección sospechosa por lo menos, amañada y cuestionable por todo lo demás.


Con el uso de todos los trucos y las trampas que ofrece el poder para lograr sus propósitos más aviesos, el proceso de construcción de la presa El Zapotillo se ha detenido legalmente, pero ha continuado. La frase puede parecer extraída de Kafka, pero no lo es: es México, el país en donde todo se puede, en donde si usted tiene intereses económicos, pero está a la sombra del poder, puede hacer lo que se le venga en gana así sea contra la Ley y la Constitución misma. Si, la presa se suspendió legalmente, pero se siguió construyendo; la presa no tiene el aval o la anuencia de muchos afectados, pero continuó construyéndose; la presa no tiene manifestación de impacto ambiental legalmente hecho, pero sigue adelante; la presa no tenía un dictamen sobre el patrimonio pero cuando ese dictamen salió y no gustó a la Conagua (Comisión Nacional del Agua), usó todo el
poder a su alcance para desvirtuarlo y hacer uno nuevo que conviene a sus intereses.

El nuevo dictamen está lleno de pifias y de pasajes oscuros que son inaceptables para una institución emblemática como el INAH; al menos nunca de esa manera, el INAH había sido cómplice de una canallada de su tipo, nunca había sido tan servil como lo ha demostrado ser ahora y eso resulta realmente lamentable. El nuevo dictamen convierte a la institución en una instancia que autoriza construcciones de presas, cosa realmente inaudita en una dedicada a conservar el patrimonio de la nación. En términos generales se puede decir, que está siendo usado para dar una pretendida (que no lograda, al menos en la historia de México se sabrá), legalidad en un tema que de ninguna manera puede considerarse parte de su responsabilidad, es decir, autorizar construcción de presas.

Los autores del nuevo dictamen buscaron todas las formas posibles para lograr su propósito y el más inteligente que encontraron fue que antes de la inundación se recoja todo aquello que pueda ser utilizado para armar un rompecabezas, un montaje falso de escenografías que recuerden lo que antes con mucha vida hubo en Temacapulín.

Los tiempos son negros... es una doble traición al país y a la sociedad. Se da anuencia para construir una presa y se desprestigia a una gran institución. Las dos cosas, las dos infamias al mismo tiempo. Este es sin duda el signo del gobierno de Calderón y del PAN. Esa historia ya está bien escrita.

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