Corrupción filtrante

Hay instituciones que cualquiera imaginaría se mantienen alejadas de la perversión terrible que permea en nuestra sociedad por los tiempos de corrupción que corren. Sobre todo las instituciones emblemáticas del país, producto de los más nobles intereses por formar un país digno de sí y de lo que representa en el mundo que lo rodea y la cultura que ha producido como algo digno de conservarse. Sin embargo, parece que nada se salva de la podredumbre, parece que nada sale limpio de este cruce por el lodazal de la historia de México.

El Instituto Nacional de Antropología e Historia, pasa por la misma crisis del país, cuando en el pasado sus crisis eran no otras que presupuestales o por falta de otros recursos, pero no desde el fondo de su estructura, no desde el corazón de la organización que ha posibilitado la lectura de lo nacional con miras a convertirse en universal. Eso puede explicarse en un país presidido por personajes usurpadores, por políticos de poca monta, por funcionarios amateurs que demuestran su incapacidad y torpeza a cada momento, ante la más mínima provocación. Eso ya era sabio o por lo menos entendido, desde que inició el siglo XXI bajo la égida política del panismo, un partido de derecha y ultra derecha, que sólo ha tenido principios pero nunca fines, nunca logros, nunca concreciones reales de la parafernalia en que consistió su "filosofía" rastacuera, conservadora y vacua como hoy se hace evidente. No se puede negar que hubo posturas valientes en algún momento de su historia, pero son aisladas, acotadas, limitadas. En la realidad, sólo hubo discurso, no fondo, en la ideología panista.

Pero uno nunca imaginaría que no sólo las instituciones nacionales, sino también las internacionales representadas en México, se vieran penetradas por las peores prácticas de la política y la gestión de diversos temas de interés social estuvieran bajo el punto de vista de intereses mezquinos y muy particulares.

En abril de este año, el INAH en Jalisco emitió un dictamen sobre el patrimonio histórico urbano de la población de Temacapulín, pueblo que desaparecería en caso de que se construyera la presa El Zapotillo, a la que los habitantes de esa y otras dos poblaciones también amenazadas por la inundación, Acasico y Palmarejo, se han opuesto de manera firme y valiente. Las conclusiones de ese dictamen eran que el patrimonio ahí existente es relevante y digno de ser conservado; que contiene elementos importantes para poder explicar la historia de la región y que es testimonio de actos relevantes ya citados desde el siglo XVI, en la conquista del territorio, pero también en la defensa de éste por el jefe insurrecto Francisco Tenamaztle, quien murió en España, encarcelado, luego de un juicio en donde se defendió en forma inédita entonces, asesorado por nada menos que por el gran humanista Fray Bartolomé de las Casas. El dictamen señalaba lo que se perdería en caso de construir esa presa y los efectos negativos de esa pérdida.

Sobra decir que el dictamen no gustó, obviamente, a las autoridades de la Comisión Nacional del Agua (Conagua), porque evidentemente ya esa instancia ha iniciado, a pesar de los amparos y a pesar de las disputas y omisiones técnicas y legales, la construcción de la presa.

Por esa razón, la Conagua señaló al INAH que no estaba de acuerdo con el dictamen, porque en realidad lo que querían y esperaban, era un dictamen a modo, cómplice de la destrucción, que dijera que el patrimonio ahí existente no valía un cacahuate y por lo tanto se podía destruir sin ningún miramiento. Esto, viniendo de una instancia encargada del agua del país, resulta ser una invasión de atribuciones y es ordenar a otra instancia del gobierno federal cómo debe hacer su trabajo. Sobra aquí invocar a la lógica y a la ley: Conagua hace con ellas lo que le place.
Lo interesante es que Conagua recurrió al INAH para decir que cambiaran el dictamen para hacerlo de su gusto y, lo sorprendente, es que el INAH, a través de la Coordinación Nacional de Monumentos Históricos (CNMH), llevó a cabo una especie de comentario de dictamen, que en realidad lo denominan "dictamen", que se plegaba a lo que le ordenaba no la Ley Federal de Monumentos, sino a lo que deseaba la patrona suya, la Conagua. Lo que en realidad hicieron quienes elaboraron ese "dictamen", fue un refrito del primer, con modificaciones (o quizás más bien con sofismas), que dejan ver con claridad la escasa inteligencia de los redactores y la puntual genuflexia ante las autoridades de la Comisión Nacional del Agua, promotora del negocio (perdón, de la obra de la presa), y por tanto la posición del INAH ante las órdenes de una instancia del gobierno federal que le pide, (¡oh, Lógica, where are thou?), que le dé la ¡licencia para construir una presa al organismo encargado de proteger el patrimonio cultural! Ésa es la pifia que contiene el dictamen de la Coordinación Nacional de Monumentos Históricos del INAH, dar licencia para construir una presa y no dictaminar, sino comentar otro dictamen.

Este segundo "dictamen", apareció sin ninguna discusión, sin mediar inspecciones, visitas al lugar, valoración de datos y, sobra decirlo, sin vergüenza.

Por iniciativa del Comité nacional del sindicato de arquitectos del INAH, se convocó a una reunión para la discusión del segundo dictamen; en esa reunión las autoridades el INAH señalaron dos cosas muy importantes: que el patrimonio ahí existente, ¡no era importante porque hay cosas iguales y mejores en los Altos de Jalisco! y además, de que ya se había consultado con el ICOMOS y que ése organismo internacional ¡había estado de acuerdo!

Conociendo bien a la Presidenta nacional del ICOMOS Mexicano, Olga Orive Belinguer, el dato me sorprendió porque ello denotaba una impostura del organismo internacional representado en México. Por esa razón, cuando me encontré a Olga hace poco en una reunión sobre temas de conservación en Zacatecas en agosto pasado, me atreví a confesarle que me había extrañado la postura del ICOMOS ante el tema de el Zapotillo. Su respuesta fue, además de airada, muy clara: ¡no fue el Comité mexicano el que fijó esa postura! Fueron dos o tres miembros del ICOMOS que sienten y creen que sus opiniones personales son las de ICOMOS, un comité nacional acuerda como tal, no individualmente. Ahí está el caso del palacio de Bellas Artes; están actuando al margen del Consejo.

La corrupción y la desvergüenza se van filtrando hasta contaminar todo lo que tocan. Así las cosas, parece que ni siquiera por instancias internacionales tenemos una luz al final del túnel. Las complicidades están hoy a la orden del día, sobre todo tratándose de temas que exigirían una respuesta ética y de gran responsabilidad para el país, particularmente tratándose del patrimonio. Ahora, ni el patrimonio sale librado de la crisis que se ha adueñado de México en los últimos 12 años... ¡a ver hasta cuando aguantamos!


Nota: el título de esta entrada tiene un vínculo a un video en donde se explica la situación técnica de la presa. Asimismo hay algunos vínculos a notas de prensa relativos al tema.

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