Guadalajara no ha visto aún la presencia de la arquitectura del siglo XXI. Al igual que, como ejercicio académico o teórico, me ocupaba en los años 70 por tratar de identificar las diferencias formales o constructivas entre la arquitectura del siglo XIX con la del XX (en realidad un problema falso), dados los requerimientos de la Ley de Monumentos para proteger a la arquitectura del primero, hoy en día el asunto se antoja más grave porque ante la sociedad de la información que se vive hoy y ante los avances en materia de construcción, en donde cualquier material o cualquier tipo de innovación puede ser introducida de forma mucho más ágil que, digamos, el cemento o el acero y el uso de ambos tipos de materiales constructivos, aún en el inicio de la segunda década del siglo XXI (¡ya estamos en la segunda década!), aún no hace acto de presencia algo similar a lo que la arquitectura funcionalista o por lo menos la arquitectura moderna hizo en México en el siglo pasado.


No se trata de identificar qué es lo que realmente pueda se llamada arquitectura del siglo XXI, en realidad no existe aún ninguna identidad plena que pueda serlo (la taxonomía o el nombre de una corriente arquitectónica no ha sido aún definido con claridad), sino de que en el país la arquitectura también sufre de la crisis generalizada del modelo capitalista que vivimos. Los últimos sexenios, los dos primeros del siglo XXI, han estado marcados por la incapacidad y la violencia, la ausencia de políticas culturales, la mediocridad en el manejo de las finanzas públicas y en general de la educación, sin mencionar todos los otros factores que un estado sometido no puede impulsar ni siquiera mínimamente. No sé si el Museo Soumaya o la Estela del Bicentenario (en realidad llamada popularmente la Estela de la Corrupción por evidentes y poderosos motivos), puedan llamarse a ser considerados dos ejemplos de la arquitectura del siglo XXI en México; el tiempo lo dirá. Pero de lo que sí estoy completamente seguro, es que en Guadalajara aún no se tiene ningún ejemplo de lo que con mínima claridad pueda ser llamada arquitectura del siglo XXI. 
Es evidente que ninguna de las imágenes que acompañan esta entrada, pueden siquiera representar, ni por asomo, a la arquitectura del siglo XXI; no obstante, todas exhiben la miseria de la arquitectura tapatía actual. 

Por supuesto que la ciudad no pinta para mejor. Es una tristeza ver cómo la planeación urbana local ha dado pasos en reversa o, por lo menos, ha estado estancada como pocas ciudades del país. Lo que en un momento de la segunda mitad del siglo XX fue una promisoria ciudad, hoy no es ya ni la sombra comparada con otras ciudades mexicanas. La corrupción aunada a la privatización como bandera de todo, están llevando a Guadalajara a la peor crisis urbana de la que se tenga memoria, pues ni siquiera durante las explosiones del 22 e Abril de 1992 ni en los puntos más críticos de la infraestructura vial o urbana se había vivido un grado de deterioro tan evidente como el actual. Más aún, con las amenazas de la construcción de una mal planteada (¡en el centro histórico!), ciudad digital creativa (lo que ello quiera decir), bajo criterios carentes de brújula o sentido común, y con el mega fraude de la llamada Puerta Guadalajara en el norte de la ciudad, las perspectivas al futuro suenan más bien como un inminente estancamiento de una ciudad que a golpes de especulación y malos manejos del gobierno, ha caído en niveles nunca antes vistos. 

Yo, la mera verdad, espero equivocarme ampliamente.

Comentarios

Entradas populares de este blog

Retrato de Finnegan

30 años de la Plaza tapatía

¿Virote o birote?