Independencia 684

En los años 70 (claro, del pasado siglo) funcionaba en el viejo edificio de la calle Independencia 684, en Guadalajara, un bazar de antigüedades. El edificio había pertenecido desde su establecimiento en el siglo XVIII al conjunto conventual de las Capuchinas que ocupaba toda la manzana con su iglesia, convento y anexos necesarios para la vida enclaustrada que aún tienen esas religiosas. El conjunto religioso fue segmentado y, debido a la expropiación de los bienes del clero, vendido a particulares, guardando las monjas su iglesia y una parte del convento. En la esquina de Independencia y Contreras Medellín, estuvo el magnífico convento en su parte principal, es decir, se trataba de una construcción con un gran patio central, celdas, refectorio, salas De Profundis, biblioteca muy probablemente, y en la esquina exhibía ese típico contrafuerte esquinero que solía tener la arquitectura local. En la venta el magnífico edificio de esa esquina fue demolido y funcionó como un estacionamiento a cielo abierto, (¡esas maravillas imaginativas de los propietarios tapatíos!); algo semejante pasó en otras partes de la manzana pero afortunadamente no en toda, si bien se hicieron algunas transformaciones menos afortunadas que otras. El caso del edificio de Independencia 684 fue afortunado. 
Por razones que desconozco, pero que intuyo con cierta claridad, el edificio que fue modificado en su forma física en el siglo XIX para darle uso como vivienda. Sin embargo, su forma y distribución arquitectónica prevalecieron con menores cambios. Al paso del tiempo y con el nuevo siglo tuvo problemas en sus techos y algunos se vinieron abajo. Sin embargo en los años 60 se le arregló con cierta fortuna y fue ahí donde funcionó el bazar y puede decirse, el edificio cobró cierta notoriedad por sus patios y ambiente de época como pocos en la ciudad. En el año 1975, con la descentralización del INAH (Instituto Nacional de Antropología e Historia), la finca se alquiló para ser la sede del Centro Regional de ese instituto. Realmente sus nuevas funciones lo convirtieron en un edificio emblemático, en referencia simbólica de la conservación del patrimonio arquitectónico de la ciudad por su cuidado y su buen mantenimiento. 
En 1988 el Centro INAH Jalisco, como ahora se llamó, no pudo continuar en el inmueble por razones presupuestarias y semudó al edificio del Museo Regional de Guadalajara, en la zona del patio de los árboles fósiles que tenía acceso por la calle Hidalgo. Desde entonces, el viejo edificio de la calle Independencia quedó sin un uso definido; sin embargo en 1990 el municipio lo adquirió y estableción en él, con un buen resultado, el Museo de la Ciudad, que funciona ahí hasta ahora.
Una parte de la propiedad, resultado de la subdivisión ad nauseam que se hizo en toda la manzana, y que forma parte de la primera unidad de vivienda arreglada en el siglo XIX, fue comprada por el municipio para ampliar el museo, pero también para recuperar el espacio arquitectónico que debió tener. Parece que se empieza a intentar hacer alguna cosa de provecho en este ayuntamiento tan incierto y lleno de yerros. ¿Llegará a buen puerto? Ya lo veremos.

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