Locuras neoporfirianas

No es por nada que se dice que la Revolución nunca terminó. Me refiero a la Revolución Mexicana. Si tuvo momentos gloriosos en que parecía recuperar el rumbo éstos fueron durante la época de Lázaro Cárdenas; después de él se inició la decadencia y hoy vivimos las cenizas de aquella revuelta que pudo ser gloriosa pero que terminó en farsa. Lástima de toda la sangre y tanta desazón, tanta inseguridad y problemas. Lo lamento por mis dos abuelos que vivieron para buscar un mejor país, uno villista muerto en Columbus en la primera y única invasión que ha tenido el gringo y, el segundo, en las huestes obregonistas.
Ahora que vemos los resultados, con el PAN al frente, no puede uno dejar de pensar en todos esos sacrificios y la celebración del centerario de la Revolución tal vez no valga la pena celebrarlo, cuando mucho, rememorarlo.
 
Me refiero a esto porque han pasado cosas recientes que me han llamado a la reflexión, como la obscura aceptación inicial de las autoridades del INAH (institución que carece de un reglamento de su Ley Orgánica, cardenista, by the way), para un espectáculo de comedia y farsa en Teotihuacán: luz y sonido para el turismo, para la frivolidad de la exhibición espectacular y abultar cuentas bancarias de empresas inteligentes. Nada para la sociedad en su conjunto, sólo ese tan cacaraqueado chantaje de "dar empleo" (a unos cuantos albañiles y obreros con sueldos miserables por un mes o dos), en el que suelen caer sólo los ilusos o los ingorantes. Una decisión de autoridad, similar a la que se ha tomado para la Isla de Mezcala, en Jalisco, es decir, una decisión autoritaria y por lo tanto, como las de su tipo, desaseada, incongruente, chafa.
Pero por fortuna para el patrimonio cultural de México, existe decencia en los trabajadores del INAH quienes lograron la suspensión simbólica primero y luego la suspensión de hecho. Por sí solas, las autoridades del INAH no hubieran hecho sino dar pie a la comisión de errores, falsos y estupideces y, para coronar su actitud seguramente hubieran presentado el hecho como una situación de alta cultura ambientada en cena espectacular con brindis de ignominiosa indecencia, pero de todos modos investida de la ignorancia sobre el patrimonio. Desde luego, hubieran hablado con gran autoridad de los hechos que supondrían que Mexiquito ya está entre los países civilizados por tener luz y sonido. Cualquier persona seria en cualquier parte del mundo se reiría de ellos con muchas ganas.

La superficie de sacrificio

Se escuchó a un señor de apellido Taibo, del INAH,  hablar sobre que no se dañaban las estructuras prehispánicas de Teotihuacán porque se estaba tocando la reconstrucción hecha por Gamio en el siglo XX; que se estaba afectando la capa o superficie de sacrificio. Sin embargo, llama la atención la ignorancia con la que se manejan los términos técnicos por las autoridades del INAH. La superficie de sacrificio (o capa de sacrificio) se conoce en restauración como una técnica empleada durante siglos por las culturas de casi todas partes del mundo y que consiste en dar a las obras construidas por el hombre, producto de su cultura, un acabado tal que sacrifique la apariencia noble y original del material. Un ejemplo singular es el recubrimiento que recibían las columnas de mármol pentélico de la Acrópolis, en Atenas. A ese recubrimiento que tenía por finalidad otorgar a las columnas una apariencia de acabado fino, sutil y ligero, además de protegerlas de la intemperie y para ser dignas del resultado del trabajo del hombre civilizado, se le llama superficie de sacrificio, término de nuevo cuño pero que se aplicó por siglos en diferentes culturas desde Egipto y Mesopotamia hasta Europa y Mesoamérica, desde tiempos remotos. 
De ahí que llamar superficie de sacrificio a las anastilosis o a las reconstrucciones parciales o a los completamientos hechos en el siglo XX en las pirámides de Teotihuacán es, sin duda, un error debido a la ignorancia. Se sacrifica la superficie original cuando se le sobrepone una capa nueva, sutil e intencionada para dar un sentido de acabado, de protección a la superficie
Por eso, es intersante que se le haya aclarado el error al señor Taibo; por eso es importante saber reconocer el trabajo de los especialistas. 
Y no sólo es el caso de la polémica superficie de sacrificio, sino además el tema de las implicaciones de colocar ese espectáculo denigrante de nuestro pasado en ojos del mundo para exhibir nuestra miseria cultural e incivilizada. Teotihuacán es Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO por fortuna, porque de otra manera sería muy fácil burlar la ley como se hace a diario en nuestro país. Si la aplicación de las leyes es un fastidio para las autoridades, de una vez deberían declararlo para saber qué revolución nos falta por hacer. Y no será la nueva revolución de los neoporfiristas, eso está muy claro, porque no tienen sangre en las venas para hacerla.

Foto cortesía de La Jornada, de José Antonio López.

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