Pézenas

De pronto se pone uno nostálgico, o de plano se acoge a lo que se llama memoria de hechos y echos, (cualquiera pensaría que echos es un error gramatical pero no, es "ecos" en francés), o sea, mirarse a sí mismo en momentos gustosos, agradables y llenos de recuerdos que pueden marcar hitos en la vida y luego regresarlos, regresar a ellos como en donde el eco se produce.
Degustar un platillo sabroso en un sitio amable, con ambiente no exótico, pero sin duda aparte (especie de memoria olfativa no usual), reencontrar gente que se ha visto en otros contextos; platicar sin realmente hacerlo, dada la mamonería francesa usual de no querer entender el francés incorrecto que un "españófono" (no francófono, como yo, claro) puede masticar como si fuera un francés tratando de masticag espaniol a su manega, o incluso peor, establecer contactos con la cultura que se pavonea de Molliére o de Nostradamus, o de quien sea pero que no es sino una ciudad igual a Santa Ana Tepetitlán (en número de habitantes, pero no en prácticas democráticas, of course): Pézenas, Languedoc-Roussillon, o me parece que también Pays D'Oc, pero región de L'Herrault también... en fin, sur de Francia, no obstante e increible, lejos de la sofisticada París y, claro más de nueve mil kilómetros de distancia de donde escribo.
Esto viene a colación porque en Pézenas, ciudad que por algún tiempo albergó a Molliére, y también a Nostradamus y lugar donde nació Boby Lapointe, es la ciudad de mi mujer (involuntariamente, porque nació en Angulema), y en donde irremediablemente he tenido que estar en algunas ocasiones por razones familiares, pero también de intrés personal. Ni Nostradamus podría imaginar su profecía francomexicana de encuentros hemisféricos y de choque de mundos. Y en tal colación, se coló la plática de Les Palmiers porque Marie y yo hablábamos de MH Café (o sea, el café de Marie Heléne, dicho sea de paso su carnala), y luego pasamos a Guy y su resto, Les Palmiers y luego todo lo que se suele colar en la charla para acordarse de los amigos y de reeditar las amistades.
Y resulta que Les Palmiers tiene su página web, cosa poco común en el caso francés porque con harta frecuencia los franchutes no son afectos a la tecnología de la misma manera como otros países. Así que en plan de revisitar epacios, nos fuimos allá, tratando de ubicar el desarrollo de los pequeños detalles de los amigos, Francis (my fucking compadre), Guy, Henry, Marie Hélene, Mireille y bueno, me ahorro todo el choro porque en realidad las especulaciones son para eso.
Y entonces recuerdo el buen vino y las deliciosos platillos de atún preparado por Eric en no sé qué menjurges mágicos, y el paladar estalla de gusto y se puede decir que el acompañamiento, que en términos culinarios se llama maridaje, es perfecto. Sólo falta decir que la noche es extraordinaria porque de nuevo los olores son diferentes en verano y no hay más que dejarse, soltar el cuerpo, decimos. Se puede casi sentir que el tiempo no debería pasar y fumar un cigarro porque en el lugar ya no se puede cometer ese sacrilegio inmundo, ese pecado venial que implica fumar: afuera otras bondades de la civilización moderna te deparan cánceres y otras enfermedades presumiblemente terminales, pero esas, claro, no están prohibidas. Ahora que la preferencia por la comida lenta, o sea nada de fast, se hace cada vez más requerida, Hélene pone tomates, pero Les Palmiers también producen sus propios insumos. De modo que tenemos el cuadro completo: buena comida y produción vegetal propia... ¿qué más puede uno pedir? 
Sin temor a equívocos, quien pare en esta ciudad "de arte y cultura" en donde vivió Molliére, debe comer en Las Palmeras, o sea, Les Plamiers, porque seguro podrá beber y comer, disfrutar de una excelente compañía y ambientación que en pocos sitios de la región se puede tener. Sin exagerar, Guy. Eric y compañía son excelentes anfitriones y si de saborear y pasar un tiempo apicureano se trata, ése es el lugar en Pézenas. ¡No le busquen!

Mientras tanto, lo cursi y el kitsch en Teotihuacán campean en un país de ficción. ¡alguien con sentido común puede parar a estos ecocidas?

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