Pobreza y enfermedad

Fuimos en las décadas de los 30 a los 70 del siglo pasado, un país líder en seguridad social en América Latina. Gracias al IMSS, al ISSSTE y a un número considerable de clínicas, hospitales y sanatorios de diferentes secretarías de estado o de gobiernos estatales, el sistema de salud estaba a un buen nivel (la excelencia no es lo que se busca en México), el estado velaba por la salud de sus ciudadanos y hasta lo hacía por su educación alcanzando con ella gran calidad y eficiencia. México en los años 50 estaba llamado a ser uno de los países más promisorios en el escenario mundial junto con Japón, "... ¿y a México qué le pasó?, ¡Andele!", decía mi maestro Horst Hartung en los años 80. Y sí, ahora ni siquiera podemos producir vacunas, desmanteló Salinas la infraestructura para hacerlas y Fox logró ignorar las recomendaciones de la OMS.
Ahora, el sistema de salud está por los suelos como bien se observa en la actual contingencia sanitaria que padecemos. Así como está ahora, desmantelado por los gobiernos más chafas jamás padecidos desde los tiempos de Porfirio Díaz, no podemos esperar más que gobiernos ocupados en hacer negocios o permitir los negocios sucios como los de
medicinas irregulares que se observan a plena luz del día en el rumbo del Santuario, en donde se consiguen muestras médicas (de esas que se regalan) o con medicinas de vigencia vencida, o tal vez robadas. Y nada pasa. Y eso que el presidente municipal es médico, ex titular de Salubridad estatal y bueno... quizás de eso él no se ocupe porque, dice, es asunto federal. A lo inaceptable de esa práctica propia de un país sin ley, se suma el de lo molesto que resulta circular por esas calles, acosado a cada dos metros por alguien que te pregunta qué medicina buscas. Es es el diáfano retrato de un país pobre en donde la enfermedad o las epidemias progresarán, triunfantes sobre la incapacidad de los políticos y de un pueblo sometido por la ignorancia, el desempleo y la pérdida de toda esperanza que no sea simplemente sobrevivir.
Ahora que gracias a la influenza porcina alguas prácticas sanitarias se están poniendo de moda, parece que algo se logrará revertir en la tradicional ausencia de hábitos sanitarios tapatíos. Las manos enguantadas o cierto recato al tocar los alimentos que se sirven podrán verse con mayor frecuencia, no así las prácticas de atraco de los supermercados que venden pescados momificados o zanahorias echadas a perder sin que la Secretaría de Salud se moleste en cerrarles el changarro: son demasiado influyentes y, como suelen cantarlo, generan muchos empleos, que es su eterno chantaje.
La pobreza (con todo lo que ella misma prohija y desarrolla), como siempre, será el detonador de todas las enfermedades y eso se ve claramente en un México en donde los muertos por la influenza A(H1N1) han sido los más numerosos del mndo debido a esa enfermedad viral y a la ineptitud de los políticos de todos los colores.

Comentarios

Sandra ha dicho que…
Querido arquitecto, con seguridad habrás leído La Jornada del 9 de Mayo (Hoy), en donde eduardo Galeano su artículo "Disculpen la molestia" escribe y describe dice el, como moscas que le zumban el la cabeza, sobre si es justa la justicia.
Mucho me temo que algunos ya ni las moscas perciben.
Un Abrazo y beso para ustedes en tiempos del cólera.

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