Electrizante final

  1. No puedo sino lamentar lo ocurrido con el golpe a Luz y Fuerza del Centro. Lo lamento desde la perspectiva de un ciudadano común y corriente que percibe que lo que ocurre en realidad, es el proceso de desmantelamiento de las empresas nacionales que podrían ser eficientes pero que la corrupción ha dejado en quiebra: corrupción de los gobernantes que se hartan de los beneficios de la empresa, pero que al mismo tiempo, para poder avanzar en el tranzar, se coluden con los dirigentes sindicales charros y, pasado el tiempo, deviene la quiebra porque no tienen llenadera. Lo que sigue es la privatización para los mismos empresarios cavernícolas mexicanos que tanto abundan. Privatizar, para tranzar, esa es la onda. El cuento de la ineficiencia es una burla para retrasados mentales: ¿no habían detectado o no pueden detectar los puntos por donde se escapa la lana de la compañía?, ¿no pueden identificar, encarcelar y juzgar a los defraudadores?, ¿no pueden dar seguimiento a los hoyos presupuestales? Me parece que los ineficientes son los que, incapaces de enfrentar con entereza el asunto, deciden salir por la puerta más ridícula: el presidente y su caterva de ineficientes secretarios, no pueden identificar el problema y su solución, luego entonces deciden desaparecer la compañía. En seguida vendrá la privatización para poder entrar a la nueva tecnología que hay detrás de las líneas eléctricas con su transmisión de voz, datos y televisión, además, claro, de la electricidad. No importa si se deja sin trabajo a más de 40 mil trabajadores, desde los eficientes y honrados, por desgracia, hasta los corruptos e ineficientes, por fortuna. ¡El presidente del empleo... ¡sí Chucha! Un país se está deshaciendo en manos de la burocracia más ignorante e incapaz de su historia.
  2. La villa panamericana se fue por fortuna del Parque Morelos junto con el malhadado Petersen Farah, ahora secretario de Salud! (Salud!) Pero las secuelas de la burrada siguen dando de qué hablar. Entre otras cosas, la desfiguración de las fachadas de edificios del centro histórico: las están encementando y pintando con colores dignos de un circo. El problema es que no hay, al parecer, quién los pare. No hace nadie caso de las propuestas de rescate en serio, prefieren las payasadas de los burócratas de cuello azul, en su infinita y profunda ignorancia. El problema no es menor: el cemento no se adhiere al adobe o a otros enjarres fácilmente y los daños a la fisonomía de Guadalajara serán, en breve y para los panamericanos más aún, terribles. Hay que esperar a que se caigan o deterioren. Lo del color es lo de menos, pero no se puede esperar menos de unos carniceros como los directores del ayuntamiento que han tomado arbitrariamente esas decisiones.
  3. Si el desmantelamiento del estado mexicano no basta, habrá que ver cómo los diferentes grupos sociales, o sea el 90 % de los mexicanos que nada tenemos en los grandes negocios de los super poderosos, se debaten ante la frustración de no poder ejercer el derecho a participar en las decisiones que son de gobierno, pero que se toman siempre en favor de un grupo de intereses poderoso. Frustración de organizarse y que se les dé la espalda, de que sus propuestas sean desdeñadas. Sucede en Teocaltiche, en La Manzanilla de la Paz, en cualquier lugar de México ahora mismo.
  4. Y como Blogger no me deja subir fotos, les debo la ilustración para otro día.

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