Palacio de desgobierno 1


La desorientada administración estatal de Jalisco no sólo tiene problemas de identidad sino que además los endosa a los jaliscienses como una maldición de indeseable herencia. No es tanto que estos seis o doce años recientes estén malditos, sino que además se consolida materialmente un desafortunado desempeño del gobierno estatal. Para qué hacer aquí el largo listado de atrocidades del gobernador González Márquez; los ciudadanos tenemos el oprobio y la negligencia como una constante en su administración: de la mentada al cinismo involuntario de quien ignora lo que significa gobernar, de ahí al "asquito" y bufonadas de la misma o peor calaña.
Recientemente se ha informado en los medios locales de la iniciativa del gobernador (y asesores que lo acompañan), de que el Palacio de Gobierno del Estado, el antiguo edificio de larga historia en su construcción e intervenciones de cada época que lo ha visto existir, será convertido en museo. Sí, en un museo.
La propuesta no puede en principio ser sorprendente porque sin duda el inmueble, cuyo proyecto definitivo fue de la autoría de Ignacio Codina o Godina, puede ser un museo en cierta medida, pero lo sorprendente es que todo el edificio lo será. Así es, todo el edificio dejará de ser el símbolo del gobierno de Jalisco, su emblemática y representativa presencia en el centro histórico de la ciudad.
La iniciativa lleva consigo la carga de lo inconfesable para este gobierno de Jalisco: desaparecer el gobierno con su simbolismo más claro en el espacio urbano. O tal vez se trate de la concreción de un anhelo panista, en donde se supone que el estado deja de existir (como en realidad lo están haciendo y casi lo logran), para dar paso a no sé qué tipo de engendros empresariales, "modernos", confesionales... ¿o tal vez la iglesia de nuevo al frente de la sociedad? Es entonces muy probable que ahora el gobernador despachará en la Catedral... es tal vez lo más cercano al concepto de estado que tenga Emilio González.

No puedo dejar de pensar que esta tendencia es muy mexicana. ¿Algunos otros estados en el mundo civilizado al menos, intentarán convertir los monumentos simbólicos en museos? Es probable que habrán visto algunos de estos ejemplos y estén, como siempre somos los mexicanos, tratando de ser monos de imitación.

El intento va además acompañado de una actitud realmente prepotente y sobre todo trasnochada: ¿cuánto le falta a Emilio para que llegue su por fin anhelado fin de administración? Poco menos de tres años. Al final, quien quiera que lo suceda, es probable que deseará rehabilitar el Palacio de Gobierno como tal, como algo realmente necesario para el Estado de Jalisco; algo que realmente represente al estado y que no signifique desprecio por él.

En la Ciudad de México, el ejemplo que involuntariamente gustan de seguir los tapatíos, el Palacio Nacional funciona como tal aunque también como museo de diversos temas y con colecciones muy definidas. Sin embargo, a pesar de que su correligionario el presidente de la república despacha por lo regular en Los Pinos, no deja ni ha dejado de ser el Palacio el sitio para reuniones de gran trascendencia y simbolismo para la nación. El Palacio le queda muy grande al actual presidente y por ello no suele acudir y despachar en él; sin embargo sería impensable que se convirtiera todo el inmueble en un enorme museo.

Para rematar el desaguisado y corroborar su tradicional desprecio por el estado mismo, el gobierno de Jalisco ni siquiera a consultado a la ciudadanía, no ha informado en forma amplia y mucho menos ha hecho las gestiones que la misma ley le obliga. Todo un numerito de incapacidad llevada a límites intolerables y extremos. Viva Jalisco, el estado donde todo... y nada sucede.

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