Transporte metropolitano: un desastre


En la semana pasada, y de seguro en la que corre, habrá en la palestra el tema del transporte metropolitano que en realidad se está convirtiendo en una especie de campo de batalla en donde se trata de exhibir el músculo político, pero no la sensatez. Cada partido, cada munícipe, cada diputado local, exhibe su propuesta por la que se inclina per hasta ahora no he sabido de una consulta ciudadana (¿y dónde está el IEPC?), que tome en cuenta a los ciudadanos, valga la redundancia, en la elección del transporte mejor para ellos, al menos con un método que no manipule y que intente tener claro por dónde va la ciudadanía, no los intereses ni las preferencias electorales.
Que si la levitación magnética, que si el BRT, que si el tren ligero y ahora que el tranvía. El asunto se llevará a los límites extremos que tanto gustan a los políticos nuestros: no harán nada y por último saldrán con su batea de babas.
En tanto, el asunto puede ser sencillo de resolver si hay gobierno y sobre todo ciudadanía; pero no hay gobierno; ciudadanía no mucha porque parece que esas cosa no interesan a una población que no puede vivir sin el automóvil. La sociedad local parece no tener ganas de dejar el auto, esa ilusoria comodidad que hace de nuestras ciudades y de nuestro medio ambiente un desastre.
¿Cuál será el mejor sistema de transporte urbano y suburbano para la ciudad? Esa es la pregunta que debemos hacernos y no sólo mirar por lo que ya está hecho en las otras ciudades, sino por lo que podamos organizar nosotros mismos al respecto; mirar nuestra realidad y encontrar el mejor sistema de transporte que permita que la ciudad deje de ser un enorme estacionamiento y nos aseste un nuevo golpe en la calidad de vida que tenemos.
Es seguro que la solución esté en la mezcla inteligente de varios sistemas organizados y, sobre todo, que el transporte público deje de ser un asunto que esté en manos de los empresarios privados: si ellos no están fuera del negocio, la solución no podrá funcionar. Por años ellos han sido quienes nos han puesto donde estamos, ellos han sembrado discordias y ellos son los que se interesan en hacer negocio, no transportar personas, sino más bien animales. Ellos son el verdadero problema: autobuses deficientes, rutas a su conveniencia, carentes de imaginación para el conveniente negocio de una empresa capitalista seria. Pero no han llegado nuestros empresarios aún a ser los verdaderos hombres de empresa que el capitalismo ha creado. Apenas pueden ser calificados como mercaderes medievales.
Me dirán muchos que se trata de tener un buen sistema y que el gobierno (que he dicho no existe y a las pruebas me remito), no es buen administrador. Pero de seguro, en el momento en el que se vea que las ganancias son enormes, de seguro lo ponen a la venta con jugosas comisiones a políticos veniales. Pero también, menos probable, que se les diga muchas gracias pro participar y tengamos de verdad un sistema de movilidad real, verdadero y que reduzca el proceso de deterioro en el que está metida la Zona Metropolitana de Guadalajara.


Ilustración por Mark Alan Stamaty

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