Acedaño, también contra el patrimonio

Arcediano o Acedaño

La presa que el gobierno de Jalisco pretende construir a pesar de tener en contra todas las opiniones, estudios, análisis y manifestaciones técnicas, jurídicas y sociales en la barranca de Huentitán, al norte de Guadalajara, no conforme con la incomodidad que crea, también aporta su granito de arena para la destrucción del patrimonio arquitectónico de la ciudad. El puente de Arcediano, construido en el siglo XIX y uno de los primeros ejemplos de este tipo de estructuras de acero en América Latina, si bien no era ya una pieza original debido a esa innoble actitud de ignorar y destruir o descuidar todo aquello que contenga o se refiera al pasado de Jalisco, fue desmantelado y su futuro está entre el enorme cúmulo de obras cursis, falsas y de pésima calidad que el presente siglo XXI empieza a tener en esta ciudad.
Especialistas en materia ambiental, jurídica, en asuntos del agua, han dado a conocer sus puntos de vista sobre el proyecto (proyecto inexistente por lo demás, puesto que sólo hay especulaciones e ideas vagas sobre la presa) y hay gran coincidencia en lo inconveniente de llevarlo a cabo. Muchas organizaciones sociales han señalado sus dudas, sus preocupaciones. Organismos internacionales han hecho saber las preocupaciones por la construción de la presa y, encima de todo, hasta el momento, no se tiene la certeza de que la obra se vaya a llevar a cabo. En pocas palabras, la presa de Arcediano no tiene el futuro garantizado.
Pero se trata de asuntos de carácter ambiental, es decir, que se refieren a la naturaleza, al medio ambiente natural, al que el hombre le imprime su huella, unas veces en forma innecesaria, otras muchas en forma poco responsable. El medio ambiente es en buena medida renovable, es decir, es renovable sólo en términos que sea posible revertir los efectos negativos que el hombre induce; de otra manera es irreversible como bien se está discutiendo por estos años respecto a los estragos humanos sobre le medio ambiente. Pero si aceptamos que ne términos generales, es reversible el daño por la capacidad de la propia naturaleza de repararse y de adaptarse a los cambios, como bien lo supieron en sus tiempos los dinosaurios... Pero en fin, aquí se trata de otro tema, ése sí totalmente irreversible: la civilización humana, su cultura. Contrario a los efectos sobre la naturaleza, en el caso de la cultura, sus manifestaciones materiales, una vez destruidas son irreversibles. Es el caso del puente de Arcediano del siglo XIX que ya ha sido demolido. Ya nada puede revertirse, no existe más y eso sí, definitivamente, no se puede recuperar como un bien patrimonial ni porque lo repliquen o lo rehagan o lo que se llame, tal como lo prentende la autoridad estatal, con algunas otras complicidades muy extrañas. Complicidades que es preciso decir, se encuentran bien documentadas en la vida diaria de la ciudad y que han aparecido en la prensa local.
El problema para el patrimonio de Guadalajara es grave: no sólo se continúan las prácticas más nefastas del pasado, sino que se pulen las trampas y las simulaciones que colocan a esta ciudad entre una de las más retrasadas en lo que a orden urbano y ambiental se refiere. Parece que no hay salvación en el dinero cuantioso que reparte el poder para lograr sus más aviesos fines.




Un cartón muy elocuente de Falcón en Público, 17 de mayo 2007.



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