Guadalajara y Nairobi

Entrega seis

Es evidente que la normativa internacional no es aplicable a Guadalajara en tiempos de pobreza urbana como la actual. Eso deben pensar quienes desean intervenir el centro histórico en la forma en la que lo plantea la construcción de la villa panamericana en las inmediaciones del Parque Morelos.
Cuando me refería a la africanización de Guadalajara (en este espacio), lo hice para ilustrar lo que significa prescindir de toda norma, ley, reglamento o aplicación del sentido común y tomar decisiones para la ciudad con la mira puesta en lo inmediato, y no en el futuro de la ciudad. Sin embargo, una ciudad africana es ahora el término de referencia obligada y nos da el pretexto para descubrir lo que en realidad no se considera en esta ciudad. Nairobi es la capital de Kenya, en África, en donde tuvo lugar la sesión XIX de la UNESCO en 1976 y cuyo resultado fue la elaboración de un documento fundamental para la salvaguardia de los conjuntos históricos y su función en la vida contemporánea, documento llamado la Carta de Nairobi. Este documento sigue vigente como un acuerdo internacional en donde México es un estado miembro y por tanto corresponsable de su aplicación.
El centro histórico de Guadalajara, a no ser que no se quiera reconocer como tal la definición, es un conjunto histórico o tradicional, tal como lo define la Carta de Nairobi: "grupo de construcciones y de espacios, incluyendo a los sitios arqueológicos, que constituyan un asentamiento humano, tanto en medio urbano como en medio rural, cuya cohesión y valor son reconocidos desde el punto de vista arqueológico, arquitectónico, prehistórico, histórico, estético o sociocultural... (...), entre estos conjuntos que son muy variados, pueden distinguirse en especial los lugares prehistóricos, las ciudades históricas, los barrios urbanos antiguos, los pueblos y las aldeas..." (los subrayados son míos).


Más adelante, la Carta señala algunos principios generales de los cuales llama la atención el punto cinco: "En las condiciones del urbanismo moderno, que produce un incremento considerable de la escala y de la densidad de las construcciones, al peligro de destrucción directa de los conjuntos históricos o tradicionales se agrega el peligro real de una desfiguración indirecta en la vecindad o en la perspectiva de los barriso nuevos. Los arquitectos y los urbanistas deberían procurar que la vista hacia y desde los monumentos y los conjuntos no se deteriore y que dichos conjuntos se integren armónicamente en la vida contemporánea."


El documento es muy extenso en sus contenidos que incluyen definiciones, principios generales, políticas nacionales , regionales y locales, medidas de salvaguardia y cooperación internacional, entre otras.
Es evidente que a la luz de la Carta de Nairobi, la Plaza Tapa no hubiera sido posible sin la participación negligente del presidente deschavetado López Portillo o el megalómano gobernador Romero de Velasco y el silencio cómplice del entonces director general del INAH Gastón García Cantú, quien no movió un dedo para detener la destrucción de una parte relevante del centro histórico de Guadalajara para convertirlo en lo que es hoy, pero sí estableció complicidades con funestos personajes locales. Pero sin duda, tampoco hubiera sido posible por la oposición de la sociedad local, que en ese momento no tenía voz y el principio de autoridad prevalecía por encima de todo. Hoy, más de alguno podría decir que estábamos en tiempos del PRI.
Pero al parecer, las cosas no han cambiado mucho con el PAN, a pesar que esta sociedad tapatía se quiera ver a sí misma como muy moderna y puesta al día en lo que concierne a su incorporación al mundo globalizado; que se quiera ver como pujante ejemplo de desarrollo urbano y que se intente verse como algo que siempre ha querido, pero nunca ha podido ser en realidad. Lo chistoso es que resulta ser lo contrario a ello: se repite la historia de las transformaciones deformantes del centro histórico por razones de inversión y de oportunidad ante el flujo económico que deriva de la organización de los Juegos Panamericanos de 2011. ¿Qué no es un acuerdo internacional el de Nairobi? Los juegos deportivos son internacionales también, y deberían considerarse los compromisos internacionales de México en todo su peso y valor.
El escenario urbano en vías de alteración... ¿a la basura? Esta es la estación eléctrica de los ferrocalrriles urbanos de Guadalajara.

Lo que en las entregas sucesivas haré se referirá a los asuntos técnicos, históricos, sociales y culturales, pero sin duda también a los políticos.


Mientras tanto, no puedo dejar de llamar la atención ante un atentado más, severo, grave e innecesario para el centro histórico de Guadalajara. Si, es cierto, la ciudad ha perdido mucho de aquellos polvos que fue, pero nadie nos da el derecho, ni la licencia, para callar ante hechos que se avecinan al parecer de forma turbia, antidemocrática y sobre todo de complicidad, para restarle a la ciudad una oportunidad más de ser lo que siempre ha podido ser, pero que los políticos no la han dejado ser.



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