Amigos

Los amigos siempre son una ayuda infinitamente agradecida. Para mí siempre ha sido una especie de obsesión tenerlos, escogerlos, pero nunca he podido sentir que soy amiguero. Será tal vez porque a mis amigos los selecciono yo, pero no ellos a mí, lo cual es perfectamente lógico. Sin embargo a muchos no los veo siempre, a otros los veo seguido, a otros dos veces por año, a otros simplemente, ya no los veo.
A propósito de mis amigos entrañables pero que ya no veo, Ricardo Yáñez (simpre recuerdo las noches de insomnio y sus madrugadas tapatías en el Bar "deleternoretorno"), que escribe en La Jornada una columna llamada Isocronías, hoy se puso muy de modo en su columnita "jornadista" (can I?), con lo que en estos días se me ha hecho una obsesión: escribir con puntualidad de puntuación. ¡Una gran y genial coincidencia! 
La entrega se llama justo, "Puntuación" y la empecé a leer en la calle Xicoténcatl en el cafecito que se llama San Diego, en la calle claro está, porque fumar es un placer ahora restringido en el Defectuoso, y yo no puedo disociarlo de leer el periódico y beber un café matutino, y de pronto empiezo a darme cuenta que toca puntos puntuales de puntuación. ¡Mhhhh! Me ayudó enormemente con todas esas cosas que uno tiene que hacer en los días que corren, entre ellas organizar textos de análisis de reglamentos de leyes orgánicas remisos, de conferencias sobre temas inefables como el de la arquitectura de la Independencia y luego este mismo blog. Lo malo es que no siempre se puede seguir el hilo de la recomendación porque a final de cuentas pasa que uno no siempre se escucha, no siempre se oye a sí mismo. Por eso, dice Ricardo, uno no logra puntuar bien. Bien. Debo decir pues que soy medio sordo.

Y de amigos, las coincidencias se repiten. Por algo hace uno amigos y por algo esos amigos son de uno, irremediablemente. Una razón es que compartimos puntos de vista, ubicados en latitutes diferentes, pero en fin, que confluyen a un territorio más o menos ubicado en el país de las afinidades. Había hablado con mis colegas del tema del recorrido por tren llamado Tequila Express que se hace en Guadalajara y que consiste en montar a un montón de turistas en cuatro vagones de ferrocarril que, por la nada desperciable suma de 900 pesos, son conducidos a la población que 
da nombre a la bebida, con parada intermedia en la hacienda de San José del Refugio, en Amatitán, para degustar ahí la bebida de la casa, el tequila Herradura; luego llegar a Tequila, seguir bebiendo y practicar una comida o ingesta de alimentos proporcionado por la bastardía de cocina de incomprensible procedencia (¿es esa comida tradicional tapatía?), del negocio llamado La Chata: grasa a raudales para incrementar peso y reducir la salud. 

El tema estaba fresco y justo el martes platicaba sobre la comida regional con Pepe Hernández, a quien por años había dejado de ver y ahí, en petit comité, se puso en evidencia la ignorancia culinaria local. La excursión del Tequila Expess, en un transporte que ya no existe en México, pero que los mexicanos añoramos y lloramos como salvajes lo que no pudimos defender como gente civilizada, lleva a la práctica esa extraña e innoble actividad de embaucar turistas. Práctica que 
tiene por finalidad seducir a los clientes por una sola vez para exprimirles el dinero, y que dadas las características del servicio y de la oferta escenográfica chafa y la puesta en escena de una comedia de flocklore barato que cualquiera descubre, uno queda invitado a no regresar jamás. ¿Cuál comida regional puede ser la ofrecida por un negocio de comida chafa como la Chata? Ninguna. Y luego Pepe me platicó del tema de la famosa Mayahuel a quien quieren identificar con ¡¡el tequila!! cuando evidentemete la diosa lo es pero del pulque (bebida nacional por excelencia) y nada tiene que ver con la destilada tequila.

¡Ah, los amigos! Esos magos del recuerdo que nos hacen recorrer de nuevo lo que los transitorios humanos olvidamos con frecuencia y que  nos une a ellos.











Otro escenario de la promoción turística sin sentido

Comentarios

Anónimo ha dicho que…
Tienes razon, algunos amigos se extrañan, y otros ademas se recuardan casi a diario, bueno eso me pasa a mi por estos dias en que Lopez Mateos se ha converido en un via crucis obligado, para llegar a un centro que dia a dia se modifica y destruye, de acuerdo al criterio del politico en turno en el poder, en un pais en el que -no pasa nada- en donde los ciudadanos, por la causa que sea nos hemos convertido en entes que soportamos todo, a fin de cuentas es bien sabido y aprovechado que no tenemos memoria.
Un abrazo desde "El caos de occidente"
Sandra
Cuauhtémoc de Regil ha dicho que…
Híjoles! Es increíble cómo sincronizamos los amigos, ¿no Sandra? Y luego nos une la catástrofe padecida en común: López Mateos, la peor avenida de México...
Abrazo!

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