Viejos archivos, nuevas especulaciones
La Fuente, revisitada
Cuando hablaba de La Fuente, recurrí a mi memoria externa (captada en mis libretas de notas viejas) de donde saqué este boceto de cómo estaba la cantina hace 10 años. ¡Hace diez años! O sea, que el aire pasa. El galerón de la venerable cantina, uno solo, advertía, para quien la leyera como espacio lleno de historia, que en ella se acusaba el paso de historias y de modificaciones de los espacios. Con el tiempo, los cambios y deformaciones de lo físico de una ciudad son siempre inversamente proporcionales a su calidad. Por esa razón la vieja casona de Francisco Velarde, apodado El Burro de Oro, que ocupaba la mitad de la manzana de Pino Suárez (antes Alhóndiga), Hidalgo, Independencia y Belén, sufrió un sinfín de cambios y alteraciones nocivas que casi la hicieron desaparecer. En el dibujito que hice entonces aparecen dos arcos tapiados (que aparecen punteados en primer plano), que fueron parte del paso del patio central (hoy demolido y en donde está el salón principal del Congreso del Estado) a las caballerizas que hubo en la parte anexa a La Fuente y donde hoy existe un pequeño restaurante.
No cabe duda que el viejo piano, el grabado de Carmen Bordes y la intervención de Lucía Maya en los muros tuvieron su efecto y su tiempo, pero La Fuente hoy se ha transformado de otra manera siguiendo un camino que apunta más a permitir una lectura clara de lo que queda del viejo inmueble. Por lo menos la enofilia y la decisión de los propietarios, permitieron que la ciudad conservara ese pequeño universo interior, íntimo diría, de lo que la ciudad podría tener y ofrecer. Digámoslo claro: La Fuente es más conocida que la Plaza Tapatía y seguirá siéndolo más allá de la estúpida Villa Panamericana.
Casera
Y, ¡cómo les gusta vernos la cara! Eso es lo que hacen los mercaderes hoy en día. Nada más como muestra el botón de lo que el super ofrece con gran calidad: zanahoria podrida a $9.80 el kilo. ¿Será que eso pagan porque uno se la lleve? No, tienen la poca vergüenza de venderla así en Soriana Bugambilias; ignoro si todavía funcionen las autoridades sanitarias (del gobierno, claro), porque no sólo las zanahorias están así. La pescadería del lugar ofrece ejemplares momificados de ojos hundidos y obscuros que la verdad son de dar pavor. ¿No habrá alguien que pueda poner en orden a esos especuladores? Me temo que no, no tenemos regulación de nada y de los supermercados menos. Y de la especulación en bolsa... mmmmmh. ¡Viva la libertad del mercado!
Comentarios
Recuerde usted Arquitecto ¡Oh Fortuna, Imperatrix Mundi!
Saludos desde la Rumorosa- falto usted a la cita y p. frio que pase jeje
Un abrazote