Oscuridad moderna

La absurda instalación de espectáculos de luz y sonido como el que llevan a cabo el gobernador del Estado de México y otras dependencias federales, con el desafortunado aval de las autoridades (no especializadas y que no toman en cuenta opiniones de expertos) del INAH, es un episodio que debería reflexionarse desde la perspectiva del patrimonio, la cultura y el turismo. 
Resulta inadmisible que cuando la cultura demuestra el potencial (que siempre ha tenido pero que la ignorancia omite) de atraer visitantes, entonces sí sea tomada en cuenta y explotada comercialmente. Lo hemos visto en Jalisco con el caso de los Huachimontones, zona arqueológica que por décadas (siglos quizás) estuvo sometida a un abandono y saqueo (gracias a la falta de vigilancia) y ahora que se ha sacado a la luz (luz cuestionable desde mi perspectiva), es cuando todo mundo quiere sacar provecho de ella. Antes nadie la pelaba, sólo se saqueaba. Cuando hablamos de explotar comercialmente, es claro que dicha explotación ofrece beneficios a quien la propone, no así a quienes la visitan y mucho menos a la sociedad que la habita o vecina a la zona referida. ¿Acaso hay un provecho evidente en Teuchitlán, pueblo de los Huachimontones, y su infraestructura urbana o en mejoras de la ciudad?
Ahora que se pone en escena la antigua ciudad de los dioses, Teotihuacán, parecería que la modernidad llegó para beneplácito de los turistas pero para desgracia de los habitantes y sobre todo de la valoración auténtica de un patrimonio mundial. (Ver artículo La Jornada aquí) Sin embargo, es lo más alejado a la modernidad, es ridícula la forma en que se pone en escena el pasado utilizando técnicas pasadas de moda y, sobre todo, dañinas al patrimonio.
Asimismo parece que de nada sirve la legislación nacional para proteger el patrimonio: se ignora o simplemente, se hacen excepciones (excepciones ejemplares, como la que hizo un tal Juan Urquiaga al autorizar la demolición del ciprés de la catedral de Guadalajara) y se permite el daño como si no fuera tal, sino una licencia chistosa y ocurrente de los empresarios o de los gobiernos golondrinos de siempre. Ante esa omisión, sólo queda refrendar nuestro primitivismo democrático y exhibir la incapacidad de nuestras autoridades para funcionar como lo demanda la sociedad mexicana. Son unos sinvergüenzas y, como todo en nuestro país, parece que no tiene remedio porque tienen el poder... un poder corrompido e ignorante. ¿Hay mejor forma de demostrarlo? ¡Cómo quisiera estar equivocado! A ver si los legisladores que visitarán la zona de Teotihuacán mañana pueden sacar alguna acción concreta.
Porque de seguro los promotores deben tener coartadas. Coartadas, no argumentos, claro. El "argumento" de siempre es el que todos sabemos: "Es que estamos generando empleos, estamos buscando mejorar las condiciones del turismo para que todo mundo visite la zona y se explote un coredor turístico en beneficio de la población"... Mhm! ¿Habrá aún quien tenga ese discurso como válido?
Invito cordialmente a los blogueros a que opinen y actúen para evitar este desaguisado tan carente de buen gusto y plagado de irregularidades.

A fin de cuentas la iluminiación de Teotihuacán no es sino echar sombras, oscurecer el pasado arqueológico de México en forma ridícula y cursi. 

La imágen es de los Huachimontones en Teuchitlán, con vista al valle y la Presa de La Vega

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