Locas confesiones


Confesión genial es la que recoge Reporte Índigo del tal Lorenzo (?) Sertvije (bimbo y el espot "peligro para méxico", entre otras linduras; ¡finísima persona!), quien dice: "...Esto no es de un país civilizado, es de un país (sertvije, perdón) salvaje. Esto nos debería hervir las venas y ponerle remedio..." ¡Pero él fue de los que le puso remedio en 2006!, era el promotor de campañas de apoyo al gobierno que hoy gozamos; ¿o de odio?; ¿cómo va a ser un país civilizado con empresarios como él? ¡Los desvergonzados somos nosotros por comprar pan! Y eso de hervir las venas, pues no falta mucho..., con ese pan tan chafa que produce, don. Me imagino que eso de "ponerle remedio" debe helarnos las venas más bien, porque si actúa a su manera como en las elecciones de 2006, mejor nos valdría que se autoexiliara, ¿no? Y lo más candente es: "Yo he dicho una cosa tremenda. Si para apoyar al señor presidente de la república, el pobre señor presidente, que está a punto de que termine su mandato. Estoy diciendo algo muy serio, lo va a terminar de hecho, no de derecho, es muy probable." (Reporte Índigo 120, febrero-marzo 2009) Záz! Sóbate maestrín, porque con esos promotores ¿para qué quieres opositores?

Pero los sustos no paran ahí, amigos. En su columna de Milenio, Javier Ibarrola, analista militar, dice lo siguiente y, por favor no me lo tomen a mal, creo que no es broma: 
Si Calderón acude al Ejército como último recurso para recuperar el control del Estado, no debe extrañar que los militares, como ya lo hacen, se metan de lleno al mundo de la política y sostengan, como lo sostienen algunos de sus analistas, que con la falta de legitimidad, ingobernabilidad social, y empecinamiento en conservar en su gabinete de gobierno y en los principales puestos públicos a sus amigos y gente inepta, es defìcil que Felipe Calderón conserve el poder.
¿Más sustos aún? Las embajadas de diversos países europeos están enviando por correo electrónico unas cartas en las que recomiendan a sus ciudadanos que viven en México (lindo y querido, mejor morir lejos de ti), tener precauciones y poner sus datos personales de localización al día y estar pendientes para cualquier emergencia en la que se les puede llegar llamar para salir del país.
A mí no me extraña en absoluto, la realidad no es halagüeña. Por ejemplo, el 27 de febrero fue ilustrativo para conocer de cerca el miasma en torno a la presa El Zapotillo: a través de Radio Universidad de Guadalajara se abordó el tema buscando acercar al público el asunto de la presa que, en suma, es otro abuso más del poder porque parece más un capricho, ya no de González Márquez, sino más bien de Calderón: la corrupción en la gestión de la presa aparece hasta debajo de los restos arqueológicos de la zona. Es ilustrativo de la decadencia de un país que tiene serios problemas. Y si sumamos a toda esta podredumbre otros casos como el de la corrupción en el municipio de Zapopan, en donde desde hace 7 años los vecinos luchamos por evitar que se admita un uso de suelo prohibido en una zona habitacional y ¡no pasa nada!, sigue operando impune un giro negro y ni denuncias, suspensiones, multas, trámites por ITEI, por teléfono... nada funciona para lograr que se cumpla la ley; el caso de las villas panamericanas que se están gestando a contracorriente de la gente, del pueblo, de la ciudad y su planeación; el del tráfico de órganos; el de las denuncias de incapacidad y corrución de algunos funcionarios que no prosperan; el de no suspender (aunque fuera sólo por aparentar), las obras que están dañando las estructuras piramidales de Teotihuacán para montar un show turístico poco edificante que Alfonso de Maria y Campos sostiene como si fuera suyo y no sabemos ni podemos entender por qué... en fin, sería una ociosidad (lo está siendo ya), enumerar tantas cosas que seguro usted ya tiene en mente entre muchos ejemplos vividos en carne propia.
El peligro está a la vuelta, al menos eso parece decirnos la realidad demasiado tosuda que nos rodea y no se avisora ningún cambio de rumbo ni siquiera una modesta corrección verbal.
De seguro que soy un catastrofista. La catástrofe no es tal y los signos evidentes no son sino invenciones con ganas de joder. Les ruego me disculpen. Pero si es una catástrofe que en verdad ponga orden, bienvenida. Mientras tanto, ¡qué bueno que tenemos un gobierno que no era un peligro para México! ¿Qué tal que lo fuera?
Entre todo este hermoso panorama no hay más que soñar un poco. Una amiga me dice que pronto nos visitará la Congelada de Uva; alguien más me dice que los problemas financieros de la villa panamericana serán tales que aquello se va a convertir en una especie de caricatura del urbanismo moderno al puro estilo de los "arquitectos provincianos que querían ser modernos". Y bueno, los dejo con algunas imágenes para que vean que no sólo me gusta molestar con la catástrofe.




La Congelada de Uva... octopussy
Abel Galván, retrato en apuros.

Mientras tanto, les deseo un buen fin de semana... mmhhhm!

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