La peste apocalíptica y otras ficciones

Además de todas las calamidades que hay en el horizonte, desde el calentamiento global al brote de la influenza porcina, habrá que recordar todas las incapacidades para entrar en control de las situaciones de los que gobiernan (¿) este país. Y no es para menos, cuando nos alcanza el destino como bien se observa en las reacciones de la gente en estos días, con tapabocas, mascarillas, guantes de látex, reclusiones forzadas... en fin, estamos paasando por momentos tensos en México (¿más aún?) que pocas veces se habían vivido con tanta intensidad debido a la difusión de la información, no siempre veraz y oportuna. El gran problema no es la información ampliamente difundida, sino su verificación y tonos contradictorios. Los usos sociales de la internet, los teléfonos celulares y otros medios masivos, no han sido aplicados por los mexicanos (25% usa el internet) como lo hacen los españoles (recordemos la caída de Aznar con el M11) u otros ciudadanos del mundo que dan a esos medios su función social, no sólo pasiva o consultiva.
Será oportuno verificar siempre en el sitio de la OMS, antes que en nuestros sitios oficiales mexicanos: la verdad no es una característica de nuestro gobierno.
No es posible seguir con detalle los progresos de la epidemia en México porque no hay sitios seguros o que ofrezcan datos de mayor alcance para la prevención: lugar del brote, seguimiento del mismo, formas de dispersión geográfica, etc. Pero en fin, nosotros no contamos con muchos datos así que simplemente creemos que ahora, además de la crisis económica que no invita a hacer dispendio generalizado, se une la reclusión preventiva... ¡a ver películas en casa, leer lo pendiente, atender los pendientes caseros... no hay de otra! Por ahora. 
Karl Lumholtz visitó Jalisco a caballo del fin del siglo XIX y el XX, y encontró a un brujo o médico en la región del norte del estado y fotografío a este chamán en Chihuahua. No sería extraño que estos personajes sean hoy tal vez más eficaces que los secretarios de salud y emergencias nacionales. Parece que sus secretos eran tan eficaces en sus comunidades como no logran serlo los modernos ejecutivos de la posrevolución. En cuanto a ello, no estaría mal hacernos una buena limpia con Pablo Taizán de la Cruz o con algunos de los eficaces chamanes que ya, por desgracia, casi se extinguen en este país.

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