Las madrugadas y Nahui Ollin

Con ganas de poetizar... si yo pudiera.

A estas horas de la madrugada se puede ser tan creativo como malo; se agolpan las ideas, el trabajo se acumula y las lecturas aleatorias se sintetizan en vistazos rápidos a Google Earth o a cualquier sitio en las búsquedas de los motores más autómatas o de plano deseados, o la aparición de avisos de amigos conectados, pocos realmente a esta hora. La noche profunda en el escritorio. La humedad del clima exterior... o el interior que no tiene brújula. Ni los felinos hacen ruidos, no cazan, no hay ánimo de hacerlo. El silencio es realmente emotivo con algunas ranas o grillos o insectos que raspan a contrapelo de la triple doble ú. Comparto la atmósfera. Si se omiten los sonidos de la noche, sólo el silencioso teceleo de estas letras es lo más intenso. Y en horas como esta, se tiene el deseo de seguir hasta que los otros inicien sus ruidos, pase un auto nocturno o ande perdido alguno que no tiene nada que hacer y venga frente a la calle Allende, pase y deje su estela de molesto ruido.

Es la hora de escribir estas letras para compartirlas con las últimas gotas de tequila que quedan del Centinela blanco. Aún quedan muchas teclas y ratones que acariciar, pieles que motivar y el sueño empieza, lento como una carga indeseable. Pero viene Nahui Ollin en mi auxilio, su mirada triste que no recuerda para nada a la viejecita que solía yo ver alimentando gatos en las bombas de la Alameda, una banca solitaria y aquella "que debió ser una mujer muy bella en sus buenos años" que miraba a su alrededor al niño que rentaba bicicleta en una glorieta del interior de la Alameda, junto a la avenida Hidalgo. ¡Ah!, Carmen Mondragón, ¡qué nombre, qué mujer! No puede dejar de alcanzar estos años en un modesto homenaje a su figura y a su vida, pero particularmente a su pasión de ser muy otra mujer. No puede uno esperar nada más a estas alturas de la madrugada-noche.
El libro de Adriana Malvido sobre Nahui que adquirí hace poco me ha dejado pasmado ante la vida de esta mujer extraordinaria. Muy recomendable para aquellos que hacen de lo femenino un homenaje a la vida.
Para los que hablan de epicureismo, del apego a la vida, sin duda podrán comparar a esta mujer de izquierda (¿qué otra postura se le puede dar a Nahui?) con ninguna de derecha, justo ahora que esas posiciones en el plano de la vida pública se hablan entre los amigos.

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