Arqueología e intereses ajenos


Teotihuacán deformado
La aplicación de las leyes de un país, su observancia y acato, el respeto por los demás (esos "demás" que son los que incluso piensan diferente a nosotros) para garantizar la convivencia en las sociedades humanas es uno de los parámetros que, indiscutiblemente, distinguen a un país civilizado de un país corrupto (y por tanto subdesarrollado) y éste parece ser aún el caso de México. 
Hay leyes generales y leyes particulares para ordenar cada parte de la vida de una sociedad y una ley sobre los monumentos y sobre el patrimonio que rige lo que debe hacerse para manejar y para proteger a las zonas arqueológicas nacionales. En el caso de Teotihuacán se está incumpliendo con su aplicación para permitir que la comercialización ridícula (ridícula porque es absurdo hacerlo como se quiere: hacer un espectáculo comercial y desinformado, deformado) a través de un espectáculo de luz y sonido. Ver nota de La Jornada aquí: Teotihuacán.
Si algo hay que reconocer del proceso inevitable de la llamada globalización, es que algunas leyes de países civilizados alcanzan a aplicarse en casos concretos en países que no tienen las armas para proteger ya sea a sus ciudadanos o a su patrimonio natural o cultural. En ése ámbito funciona la ONU y en particular la UNESCO, sobre aspectos del patrimonio cultural. La UNESCO declaró a Teotihuacán patrimonio de la humanidad por razones de peso, debido a que representa un hito histórico en las sociedades humanas y su expresión como cultura y civilización con un valor cultural tan elevado, justificaba su declaratoria. Pero esa declaratoria implica responsabilidades para el país que la tiene bajo su custodia y ello obliga a guardar un cuidado y una atención especial para evitar su alteración y pérdida de los valores culturales y civilizatorios que simbólicamente posee. 
De manera que la UNESCO bien podría (y lo tiene establecido claramente y por escrito) retirar la declaratoria a un sitio cuando éste no sea cuidado por el país que se encarga de protegerlo. Esa sería, sin duda, una nota muy mala para México si llega a ocurrir que, como ya de hecho pasa, se altera y deforma el patrimonio cultural teotihuacano. ¿Es esa la nota que desean dar las autoridades del INAH actuando de manera facciosa, buscando proteger una inversión espectacular, cursi por lo demás, y no al patrimonio cultural?
Al parecer sí es esa la tendencia y resulta lamentable, tanto como para que la sociedad se oponga a tal desaguisado y a tan innoble actuación de una institución tan emblemática pero tan mal manejada por personajes de limitada capacidad de poner los pies más allá de los dólares o de las inversiones más absurdas. Al menos no existe ninguna razón para pensar que no es así: las autoridades mexicanas aceptaron revisar el proyecto y detenerlo para modificar y remediar los daños provocados y ahora resulta que continúan los trabajos como si nada hubiera ocurrido. Eso sucede en países de África subyugados por la tiranía o la dictadura, pero también en México que parece esforzarse por demostrar que la democracia no le significa nada a este gobierno del PAN. Eso sucede cuando las leyes y los reglamentos no sirven para nada y entonces aparece la frustración, el desánimo y por supuesto la inconformidad. 
De no detenerse el daño que se inflinge a Teotihuacán, significa que el país está bajo el dominio de una clase en el poder a la que, como en África, sus ciudadanos y el patrimonio social no importan en absoluto. Si esa es la actuación de las autoridades encargadas de proteger el patrimonio, ¿qué se puede esperar de las mafias que se encargan de promover delincuentes o de traficar con todo, desde el patrimonio hasta las drogas? 
No cabe duda de que urge que la comunidad responsable del INAH, que en este caso son sus trabajadores, saquen adelante, con urgencia, el Reglamento de la Ley Orgánica que limite atribuciones de carácter antidemocrático a los durectivos que han demostrado no tener apego por el patrimonio, sino por otros objetos de color verde para el suyo propio.
Gracias a Helguera por el cartón.

Comentarios

Entradas populares de este blog

Retrato de Finnegan

30 años de la Plaza tapatía

¿Virote o birote?