Empezamos

Siempre el inicio de todo ciclo es como entrar en una selva desconocida sin mapa ni brújula; tal vez sólo con el sentido personal de percibir los puntos cardinales y atenerse a la orientación personal como única arma en territorio ignoto.

De la misma forma entramos en este 2009. Es el año de celebraciones importantes, Bacon tendría cien años, la publicación de la teoría de Darwin cumple 150 años y hay muchas otras cosas en espera de ser revisadas para poder completar el almanaque de celebraciones puntuales y memorias necesarias para sentirnos parte de un mundo cambiante. 

Este fin de año de 2008 lo celebramos en casa reunidos con amigos y resultó muy novedoso y sobre todo refrescante porque no sólo estuvieron los amigos que con frecuencia encontramos, sino otros que estaban perdidos en la geografía local se unieron a la fiesta ritual que es siempre un episodio grato cuando se pasa en compañía: Poncho y Cristina, sus hijos; la encantadora Jaramar; Álvaro y Edith con Regina; el inefable Marco Antonio Silva; Maru Orendáin y Fernando García Brizuela... y los anfitriones Marie, Santiago y yo. Lista poco significativa para quienes son ajenos, pero sin duda agradable e importante teniendo en cuenta que algunos habían estado ausentes por razones no siempre sencillas de entender como Fer, (alias el Conde Nando), quien vino acompañado de una sorpresa de muchos años: una vieja disputa por un cd de Serge Gainsbourg (Je t'aime... moi non plus, Vol. 5, Phillips, phonogram 1989) acompañado de la bellísima y única Jane Birkin, cd que me ganó, en muy buena lid, ante el remate de cosas de unos alumnos míos franceses que regresaban a su tierra en 1994. El disco lo tenía ya casi seguro y Fernando lo compró como de rayo y cuando me enteré ¡casi me da el soponcio! Imposible encontrar el cd en ninguna tienda en Guadalajara (y sigue esta ciudad así de incorregible) y, la noche del 31 llegó para ofrecérmelo en un acto de incuestionable amistad que siempre agradeceré pero que no logro entender: ¿cómo se atreve a deshacerse de tremendo material? Tal vez yo no lo hubiera hecho así... tal vez.

El aniversario 50 de la Revolución Cubana es un hito histórico muy importante para entender los años que corren. Los testimonios de esos tiempos y las escenas que me tocó vivir en mi infancia gracias a mi familia cubana no pueden omitirse por razones meramente anecdóticas, pero que me marcaron. En 1960, cuando salieron mis tíos abuelos de La Habana, y se fueron a vivir a la Ciudad de México huyendo de "las desgracias de la Revolución" (sus propiedades fueron estatizadas y debido a que decidieron salir de Cuba, las perdieron), mi tía Andreína Velasco y Sánchez platicaba con su hermana, mi abuela María, mientras yo jugaba con unos carritos en el piso. Platicaban y yo aparentemente ausente, escuchaba como fondo las quejas de Andreína: "Imagínate nada más, María, ¿cuántos negros cochinos estarán ahora bañándose en nuestras playas?" No sé hasta dónde pueda explicarse eso para un niño de nueve años, pero estoy seguro que esa frase, que me pareció increíble porque para mí los negros eran lo mismo que yo y que las playas no eran privadas, me dejó marcado en favor de la Revolución Cubana. Y eso que mi tía Andreína era magnánima conmigo en sus regalitos, mi primer tren y muchos otros juguetes muy codiciados los tuve gracias a ella y a su esposo Mario.

Debido en parte a esas anécdotas, y otras que en alguna otra entrega contaré, mi afecto por la Revolución de Cuba fue en aumento y no puedo aceptar que se desvanesca en el tiempo la relevancia que tuvo y aún tiene, a pesar de los errores y a pesar de las limitaciones de una isla y de un pueblo como el cubano que tiene un principio en la sangre: no permitir que otros tomen decisiones por ellos, no permitir que alguien quiera decidir por ellos. Eso es parte de Cuba y de su gente... también de sus hijos y descendientes. Por eso me parece que las opiniones del PP español y sus secuaces, y de muchos otros corifeos del Imperio, sobre que le Revolución cubana ha sido un fracaso me parece que no deja de ser una opinión tan intrascendente y limitada en mentes estrechas que, a fin de cuentas, resulta del todo parte de una historia de infamias y tonterías sin sentido contra una fuerza única que refrescó la segunda mitad del siglo XX.