Siguiendo el centro histórico

Cuatro

Estamos a unos días que se destrabe el tema de la Villa Panamericana de Guadalajara 2011. Pronto se sabrá si lo que quieren los organizadores es burlarse de la ciudadanía de nuevo o simplemente actuar con responsabilidad. Ésto último parece que es lo que menos importa a las cabezas pensantes de esta otrora agradable ciudad.
Mientras tanto nos quedan algunas cosas que decir respecto al centro histórico de Guadalajara que tocamos en anteriores entregas de manera muy general.
El centro histórico de Guadalajara, como
otros muchos centros que comparten rasgos de familiaridad con esta
ciudad por sus características históricas, es un espacio anclado a la
ciudad en su conjunto. La ciudad es un todo cambiante, lleno de
zonas oscuras, de zonas dinámicas y de zonas estables. El centro es
sólo una referencia al resto de la ciudad y por ello debe permanecer
estable como sitio privilegiado que muestra las etapas sociales de
una ciudad y de ahí la necesidad de que su estructura espacial se
conserve, pero que también cambie positivamente. Los cambios siempre están presentes en una ciudad viva, por lo que es evidente que se manifestarán de diversas maneras conforme a la responsabilidad de los adminsitradores de la ciudad, únicos responsables de la mayor o menor armonía que ella tenga. Los cambios se producen con el
tiempo y con los progresos de una civilización; es innegable la transformación de la ciudad debida a los cambios tecnológicos y ambientales.
Sin embargo, sólo esos pueden ser tolerables en esos espacios tan
delicados y con equilibrios tan precarios, sobre todo porque se sabe
que los centros históricos son sensibles y facilmente se pueden destruir equilibrios logrados en siglos.

El problema de Guadalajara es que cambia pero, en forma alarmante, dicho cambio apunta a la desarticulación de la ciudad, a su
empobrecimiento cultural, ambiental, de confort. Son muchos los
problemas que tiene la ciudad en su conjunto y encima de todo el
centro se desarticula del resto, se empobrece y se le castiga con el
abandono de toda inversión y toda atención deseable.

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