ARLO no es un bicho

No, son las siglas (en un país que se respeta, las siglas son elementales) de Anteproyecto de Reglamento de la Ley Orgánica del INAH, (Instituto Nacional de Antropología e Historia). Se trata de un asunto añejo, remiso y por lo pronto un tanto complejo dentro de la institución cultural y educativa, una de las pocas del gobierno federal respetadas hasta hace poco por todos sus habitantes como una de las más nobles instituciones, pero eso sí, una de las más alejadas de la mano del dios presupuesto... aunque no precisamente para sus tareas no sustantivas.
En dos ocasiones se ha intentado poner en funciones ese Reglamento desde los años ochenta, pero hasta hoy no se ha logrado. Razones ha habido muchas, pero ninguna atribuible a la falta de interés de la comunidad del INAH. No se puede decir lo mismo de sus autoridades golondrinas que, en varias ocasiones, antes que buscar ponerlo en marcha y turnarlo a la SEP, han buscado hacerse las disimuladas y, desde 1992 que fue la última vez que se intentó, está durmiendo el sueño de los justos. 
Bueno, no precisamente. Queriendo sorprender a todos, las autoridades del INAH dieron en mayo de este año el clásico madruguete, a la ancienne maniere priísta, y a pesar de que se había ofrecido a toda la comunidad del INAH ponerlo a discusión y acordar el ARLO de manera consensuada, abierta, democrática, no fue así. Lo enviaron sin previo aviso a la SEP y junto a esa operación habilidosa y, no está por demás decirlo, genial, al mismo tiempo se turnaron copias a casi toda la comunidad para que diera sus opiniones. ¿De verdad hubo quien pensara que eso pasaría de manera tan disfrazada y simulada sin respuesta de los trabajadores? ¿Realmente hubo quien pensara en la ingenuidad de la comunidad del INAH? Parece que sí, y no sólo uno. Sobre el tema ha corrido tinta y los remito a esa información que la podrán encontrar en los vínculos: http://www.rebelion.org/noticia.php?id=68849 
Un poco de historia
Desde 1989 se trabajaba de manera colegiada, como es deseable para la salud de las instituciones en un país democrático por decir lo mínimo, en el Reglamento de la Ley Orgánica del INAH. 
¿Que quería decir esto? Que de manera organizada, las autoridades del INAH y los cuerpos colegiados, sindicatos de trabajadores, es decir toda la comunidad en su amplio conjunto, se reunián para elaborar un reglamento para poner a funcionar, como es debido, la Ley Orgánica de esa institución creada en 1939, justamente, por Lázaro Cárdenas, el mismo presidente que un año antes había hecho la Expropiación Petrolera que provocó muchas reacciones adversas: entre las más conocidas el nacimiento del PAN, grupo político inconforme por la decisión nacionalista del presidente, a quien entonces se le veía con tintes comunistoides o quizás un poco caníbales; esa era la mirada de la ideología derechista de la época... y de hoy, porque para ponernos a temblar está en el poder.
El INAH ha tenido (o quizás deba decir, había tenido) una historia y un papel muy destacado en la conservación de la cultura nacional y ha hecho no poco por su protección y su salvaguarda, no
 obstante que, por su naturaleza misma, se le ha estrangulado con magros recursos y el desdén del poder en turno que lo ha usado como escenario de prestigio y de atracción de circo no pocas veces. Ejemplos: organizar un concierto de Elton John en el Castillo de Chapultepec a favor de la empresa de Martha Sahagún, esposa del presidente de la república; la construcción de un Wall Mart (la cara moderna y lavada de las tiendas de raya porfirianas), en Teotihuacán; el próximo concierto de Plácido Domingo en Chichén Itzá... más lo que siga. Aclaración pertinente para lectores distraídos: me gusta la música de John y antes me gustó Domingo, no es nada personal.

El trabajo de elaboración del RLOINAH (perdónese la sigla tan larga) se suspendió en 1989 y se reinició en años posteriores con algunas dificultades y por último se hicieron los últimos intentos
para su puesta en práctica en 1992, bajo el mandato de la tristemente célebre y casi eterna directora (estuvo 9 años) María Teresa Franco, siniestro personaje de la política nacional encargada de reprimir y de socavar los cimientos de la institución que, hasta ahora y gracias algunos sucesores de ella, no se ha podido recuperar de tremenda andanada de afectaciones. La Franco no ha dejado nunca de recordarme a Franco el caudillo por la gracia de dios... en fin. Y no sólo es mi punto de vista. Quienes con ella han trabajado no dejan de reconocer su capacidad tenebrosa y su desprecio por la honestidad... habrá que preguntarle por los depojos del elevador histórico del Castillo de Chapultepec, entre otras lindezas. Pero sigue como Johnny Walker, tan campante... en el INBA ahora. Mis condolencias a los inbos.

Finalmente en junio de 2008 parece que la autoridades entendieron que si bien ellas son pasajeras, que desconocen la historia de la institución, que no saben cómo funciona el INAH y cómo trabaja (e incluso cómo no trabaja, porque de que los hay, los hay... no crean que todo es miel sobre hojuelas), cuál es, a partir de su práctica cotidiana, su visión del país y del patrimonio, recapitularon, recularon, retiraron su propuesta de la SEP y se han sentado a negociar y discutir, con la comunidad del INAH, el anteproyecto de reglamento que estamos esperando concluya a fines de 2008 con su consecuente aprobación.
El problema es que muchos piensan, fundadamente, que lo que la autoridad del INAH trata de hacer ahora mismo, no es sino llevarla tranquila y sin prisas. No deja de haber otros que piensan que es sólo una táctica dilatoria para orquestar un golpe mayor a esa institución. Pero eso es especular. Podría ser espectacular un día. Dejemos que la realidad y la historia se desenvuelvan como se debe. Y esperemos que el equipo directivo actual comparta la visión de la cultura y el patrimonio de la comunidad "inahniana" (wow, ¿un neologismo?); que no lo vean como negociazo (que lo es, pero hay que privilegiar la cultura sobre el dinero), y que no tomen la actitud de muchos golondrinos, que por el sólo hecho de tener la suerte de dirigir el INAH, a veces creen que ya los tocó la sabiduría y el conocimiento para poder decidir y deshacer sobre el patrimonio, la cultura, la conservación y todo lo que a ése ámbito se refiere.

Esperemos que Alá sea grande, que Tlaloc nos ilumine y que dios no proteja. Mientras tanto hay que trabajar en ello; por desgracia no estamos en Alaska y Palin no es nuestra candidata. 

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