Greenpeace y Sepúlveda

En su pequeña novela Mundo del fin del mundo, Luis Sepúlveda habla de toda esa tristeza que a muchos nos llena cuando vemos la manera en la que nuestro entorno (nuestro mundo) se destroza, se desmantela y convierte en un negocio, en una forma de satisfacerse a sí mismo del capital voraz, del bussiness a toda (y sin) madre y del insaciable apetito humano por destruir.
(No dejó de parecerme interesante comparar, guardada toda proporción, con mi vecino poniente que quiere comprar el terreno donde está un árbol, un guamúchil enorme, viejo y hermoso, que le llena de hojas su azotea; lo quiere comprar parapoder 
derribar el árbol porque le crea mucha humedad. ¿Sabría construir quien le hizo el lugar, sabría integrarse al terreno en donde está? Sin duda, no.)
La novela corta es una evocación del gran misterio de una de las zonas menos habitadas y menos conocidas del mundo, al final del contiente americano: la Patagonia y la Antártida; el Cabo de
Hornos, el Golfo de Penas o Peñas... los mismos escenarios de otro gran novelista chileno que refleja toda la tristeza que esos territorios emanan, transmiten en la gélida soledad y suatmósfera: Francisco Coloane. Una zona geográfica desconocida, o mejor, poco conocida por muchos pero tan lejana y tan llena de tristes encantos.


Francisco Coloane tomado de  jorgeletraria.blog


De la narración se puede decir que aborda el desarrollo de un tema ecológico, naturista o naturalista, protector de la naturaleza y consciente de todo lo que está ahora mismo sucediendo en el planeta, el único que tenemos. Pero va más allá, a la denuncia del exterminio de las ballenas, de otros cetáceos y de la forma en la que se hace esa depredación a la que ataca tanto la 
organización Greenpeace: narra la forma cruel en que fueron exterminados los seculares habitantes de esas tierras, los onas o los alakalufes entre otros tantos; los marinos exploradores les consideraban animales, ésa era su visión inteligente del mundo, como la de los balleneros comerciales.  Es interesante, pero triste, darse cuenta que las cosas en regiones recónditas del planeta no van tan bien y conocer un poco cómo trabajan los piratas de ballenas actuales y cómo Greenpeace trata de atajarlos. Una tarea que se antoja casi imposible a diario, bajo los signos de la depredación actual de nuestro mundo. Interesante la  novelita, sin ser algo del otro mundo como me habían contado de Sepúlveda, más reconocido en Europa que en América. Habrá que buscar otros títulos para tener una panorámica, claro. 
Por estos días, con toda la información y las noticias escalofriantes que se dan, parece que leer a Sepúlveda en esta historia que, no obstante que termina bien, deja en el alma esa sensación de soledad que un escritor puede lograr cuando transmite lo que sólo en el Golfo de Penas o en el Cabo de Hornos un ser humano puede sentir: una soledad y una pena muy honda. 

Nota. La foto de los alakalufes en su barca que se acompaña arriba, se tomó de la red y por razones que no explicaré, elvínculo no se pudo copiar. Pido disculpas a quien sea el propietario de la foto.  

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