Cómo joder una ciudad
No estoy tan seguro que haya muchos lugares en el mundo en donde la estulticia se aplique de manera tan realista como en Guadalajara, México. Desde la fundación de la ciudad, sus habitantes habían sobrevivido en forma más o menos somnolienta, tranquila, pausada, con enorme dignidad, con esa pausa que la lejanía de los vendavales hace que las ciudades apenas manifiesten su vida al mundo entero que las rodea. Pero cuando apareció el deseo innatural de intentar ser modernos (ser otros, al fin), ser el foco de las miradas externas, ser la "perla de occidente" o la "ciudad de las rosas", creo que a partir de entonces la cosa se jodió. Se jodió porque apareció una aspiración innoble de querer ser lo que no se es; un afán por pertenecer a un mundo que no existe; una ceguera llamada urbanismo "moderno" que llegó de la mano de dos personajes que deberían ser considerados los verdugos de la ciudad de Guadalajara de Indias fundada en 1542 en el Valle de Atemajac. El